¿Pero qué maravilla ha sido esto? Qué historia, qué manera de conseguir que el estómago se me pusiera del revés. Han conseguido despertar el sentimiento de la empatía y el orgullo a la vez de los peores instintos al querer hacer sufrir al camaleón. Y qué manera tan magistral de llevar al lector a creer una cosa para, de repente, que la vida le de una buena hostia (una de miles) a la protagonista por parte de quien menos lo podía imaginar. Pero ella es una golondrina al fin y vuela libre. Siempre lo fue. Bravo.
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