Las primas

Yuna, la protagonista de esta historia, nos cuenta en primera persona las experiencias vividas en su adolescencia hasta conseguir el reconocimiento social, progresar y crecer como persona.

Su vida desde el nacimiento se verá envuelta en incontables dificultades. Rodeada de una familia disfuncional, con un padre ausente, una madre distante y una genética que predispone tanto a su hermana como a sus primas a una serie de discapacidades, deberá luchar por superar su dislalia y demostrar su valía en la pintura como artista exitosa.

La autora utiliza la falta de puntuación en la narración, la alusión al uso del diccionario o al cansancio que le supone escribir, como recurso literario para hacer evidentes las dificultades de expresión y léxico con las que se encuentra Yuna para comunicarse. Un recurso que funciona muy bien, que hace que este libro sea muy especial y que impacte al inicio. A la vez que veamos su mejoría a medida que vamos avanzando en la lectura y podamos entender mejor a la protagonista.

El lenguaje es directo, seco, cortante e irónico. Yuna nos habla sin filtros, expresa sus sentimientos con crueldad y rudeza, pero sin drama. Nos habla sin tapujos del despertar de la sexualidad y de las experiencias que percibe a su alrededor envueltas de violencia y fatalidad. Los abusos, las violaciones, la prostitución, el aborto y el asesinato formarán parte de ese entorno del que ella deseará apartarse. El desapego, la falta de afecto y la traición la acompañaran hasta su madurez y la expresión a través del arte será su única vía de escape, su forma para comunicarse y su canal para limpiar tanta negatividad acumulada.

Una narrativa diferente, original e ingeniosa que a la autora le supuso el reconocimiento como escritora a la edad de 85 años y en su escritura plasmó trazos de sus propias experiencias vitales.

Un libro muy difícil de valorar, por lo menos para esta humilde lectora que ha quedado trastocada tras su lectura.

La historia está contada en primera persona por Yuna, y empieza desde que esta tiene doce años. Yuna es la mayor de dos hermanas, las dos con discapacidad intelectual, aunque su hermana tiene una discapacidad más profunda. Vive en una barriada un tanto pobre de una ciudad argentina con su madre, profesora de la vieja escuela; de las que la letra con sangre entra. Con un padre ausente (las abandonó hace tiempo) y una madre un tanto cruel, Yuna sólo encuentra refugio en el arte, en la pintura, apadrinada por un profesor. A partir de ahí parece que Yuna despierta, descubre el mundo que la rodea: un mundo donde impera la desidia, la envidia, el abuso y la traición.

Como decía, la historia está contada en primera persona por Yuna, como si estuviera escribiendo un diario o mandando la historia de su vida a alguien. Teniendo en cuenta que Yuna tiene una cierta discapacidad intelectual acentuada por la casi nula escolarización, el texto está escrito con faltas de ortografía, sin sentido gramático a veces; acentuando ese hecho de que la "autora" es una persona que casi es analfabeta, pero que por su propio esfuerzo e interés consigue aprender a leer, escribir, expresarse con un vocabulario cada vez más amplio (ella misma indica cuando busca una palabra en el diccionario).

Sobre mi valoración sobre este libro, sólo puedo decir que llevo varios días meditando sobre la misma. Porque suelo dar mi valoración sobre como lo he pasado con el libro más que sobre cómo está escrito. Y es por eso que dudo a la hora de valorar. Porque está muy bien escrito, en el sentido de que la autora ha sabido transmitir la esencia de la narradora. Pero no lo he pasado bien con la lectura, que me ha resultado sórdida, grotesca, dura, desagradable. Y he aquí mi dilema: ¿suspendo por no pasarlo bien o apruebo por buena escritura? al final me he decidido por darle el aprobado (3/5) por valorar el trabajo de la autora. ¿Vosotros que habríais hecho?

¿Pero qué maravilla ha sido esto? Qué historia, qué manera de conseguir que el estómago se me pusiera del revés. Han conseguido despertar el sentimiento de la empatía y el orgullo a la vez de los peores instintos al querer hacer sufrir al camaleón. Y qué manera tan magistral de llevar al lector a creer una cosa para, de repente, que la vida le de una buena hostia (una de miles) a la protagonista por parte de quien menos lo podía imaginar. Pero ella es una golondrina al fin y vuela libre. Siempre lo fue. Bravo.

Prácticamente desde la primera línea, esta historia me azoró y disgustó a partes iguales, pero de todas formas no podía parar de leer. No sé qué morbo nos lleva a seguir leyendo aquello que nos repugna; sé que las bajas pasiones son tan humanas como el altruismo o tal vez más; a fuerza de estar más presente, de tener mayor incidencia.
Está narrada en primera persona por su protagonista principal, la estrella del elenco Yuna López, a la postre, Yuna Rigos. En las primas, Yuna nos cuenta, desde una inocencia dudosa, amparada en una capacidad intelectual disminuida, todo lo referido a su familia, tías, abuela, primos, “arientes” y parientes y hasta meros conocidos, todo con una crudeza visceral, sin tapujos; muchos de estos temas son tabú hasta el día de hoy en pleno siglo XXI, y es que resulta harto difícil hablar de estos temas cuando realmente es poco lo que puede hacerse, y buscamos eufemismos, y miramos a otro lado, a nos rodea un silencio incómodo, con cosas innombrables, llenando esos silencios. Si hay algo un poco exagerado en esta novela corta es que se hayan juntado tantas deficiencias en una sola familia, y es que estas líneas parecen un circo de fenómenos y como atracciones son presentadas las primas. Tuve muchas veces que hacer caso a Yuna y perdonarle sus asuntos con los signos de puntuación y terminé su “melopea absurda”.
Esta novela es un excelente ejemplo de personajes únicos, y podría resultar grotesco que hayan tantos en tan pocas páginas, pero de alguna manera Aurora Venturini se las arregla para que no abortemos el proyecto de lectura y lleguemos al punto final… al menos eso me pasó a mí y la verdad no me arrepiento, incluso lo califico bastante alto, porque a pesar de cualquier otra cosa que pueda decirse, este libro me hizo sentir, asco por momentos, tristeza la mayor parte del tiempo, jubilo ante pequeñas victorias… y la verdad sea dicha, no todas las historian logran hacernos sentir, no importa mucho cual sentimiento.

Betina, mi hermana paseando su desgracia por el jardincillo y los patios de laja. El rum solía empaparse en las babas de la boba que babeaba. Pobre Betina. Error de la naturaleza. Pobre yo, también error y más aún mi madre que cargaba olvido y monstruos.
 
Leer una novela en primera persona es mucho más que conocer una vida. Me fascinan las historias en primera persona tiene un tono diferente, una credibilidad distinta y una valoración más alta. Hay párrafos escritos sin signos de puntuación, ¿un error? ¿o coherencia con la protagonista y sus capacidades? Una maravillosa coherencia, porque los signos de puntuación hay que pensarlos y entonces la idea se pierde, se escribe de corrillo para no perder el hilo, y más ella, que nos dice sin miedo que las palabras se le escapan, que su torpeza al pronunciarlas la hacen más imbécil de lo que es. Dislalia, nos recuerda el diagnostico de su psicóloga. Una novela escrita con un estilo magnifico que narra una historia devastadora, las miserias de una familia desde la visión de una niña que aprendió a leer, a los veinte años, las horas en un reloj, sí, una discapacitada intelectual con talento que busca su propia existencia. Esta es la vida de Yuna, que vive en el seno de una familia disfuncional de clase media baja, con una carrera prometedora dentro de la pintura.
                Es una lectura dura, inquietante por su oscuridad y sordidez.
 
Yo la agarraba de los pelos y le metía la cara en el plato y entonces callaba. Qué culpa tenía yo de los errores de mis padres.
 
                Es una historia de mujeres, de dos primas, de dos hermanas, de dos tías. Yana vive con su madre maestra y severa, que defiende que la letra con sangre entra; con su hermana, paralitica y retrasa mental, a la que se la encierra y se la olvida; con su tía loca y su prima enana, hay más mujeres, pero estás para mí las más inquietantes. Que narra el abandono, los abusos, el aborto, la prostitución, la pobreza, el miedo y la soledad.
                Pero hay mucho más en esta historia, una evolución de Yuna gracias a la pintura, una terapia que la ayuda a mantener el hilo de sus pensamientos e ideas, Tenía en mi cabeza líos enormes que volcaba en mis cartones. Una nueva Yuna nace de la pintura, entre pinturas y pinceles. El profesor dijo que yo no era una tarada, sino una plástica ensimismada, ¿no son así muchos artistas?

                Y vemos la evolución de Yuna en su escritura, de un discurso torpe a uno fluido, del principio atropellado, a la idea retenida e hilada. Esa niña con discapacidad intelectual se trasforma en una adolescente prodigio.
 

Este relato me ha dejado sobrecogida, sumida en la desesperanza, por unos motivos, y en la esperanza, aunque resulte paradójico, por otros.
Probablemente sea la historia de muchas mujeres, en este caso de una misma familia, que viven inmersas en una pobreza estructural que las deja indefensas frente a los abusos que cometen los hombres, quienes se aprovechan de sus talentos, de su ignorancia, de sus cuerpos, de las condiciones que la sociedad les ha impuesto… pero en ese mar de injusticias se alza la voz de un personaje luminoso y humilde que nos hace partícipes de su proceso de descubrimiento de las reglas del cruel mundo en que se mueve, haciendo uso de un lenguaje en también en proceso de construcción.
Y frente a la más que probable reproducción de las injusticias, se vislumbra la posibilidad de huir, si bien para ello hay que tener, al menos, una oportunidad de desarrollo primero, que se conjugue después con una firmeza de criterio, una determinación clara, una aguda capacidad de observación y mucha pureza de espíritu, porque la posibilidad de corromperse y sucumbir está presente en todo momento.
En un contexto de sordidez, rudeza y toxicidad muy bien plasmados por la escritora a través de Yuna, quien se expresa de manera abierta y sin ambages, la capacidad redentora del arte emerge con una belleza extraordinaria.
Una escritora a la que regresar, por el calado de las temáticas, la profundidad de los personajes y la capacidad de intensificar la experiencia lectora despertando múltiples sensaciones y emociones.

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Yuna no tiene una familia normal. Su madre es maestra "de puntero, de guardapolvo blanco y muy severa"; su padre "la abandonó y nunca volvió a cumplir sus obligaciones de pater familiae"; su hermana es minusválida; y sus tíos y primas completan una galería de fenómenos que a los ojos de Yuna constituye una verdadera casta maldita. El escape para Yuna es el arte: a lo largo de la novela va consolidándose como artista plástica, a la vez que logra ir superando, con ayuda de su perseverancia y del diccionario, las limitaciones lingüísticas que son la incapacidad que señala su pertenencia a esa "barbaridad de excrementos y deformidades' que es su familia.

El gran logro de Aurora Venturini (que con una vida digna de novelarse irrumpió en el panorama de las letras argentinas a los 85 años para recoger la aclamación tan merecida antes de morirse) es haber creado una voz única, dotada de un humor inteligente, corrosivo e inclemente, que desliza, mezclada con anécdotas memorables e hilarantes, una crítica social muy certera que incluye cuestiones como el abuso de menores, el aborto clandestino y la hipocresía moral de las clases medias. El crecimiento y la autosuperación de Yuna van acompañados del apoyo de quien probablemente sea el personaje más inolvidable de la novela: su prima Petra, enana, prostituta y justiciera, tan admirable como temible.

Creí detectar en esta obra ciertos ecos de Arlt, con su foco en la sordidez y el afán de supervivencia a toda costa de los de abajo, pero también en su concepción del arte como forma en que los marginados pueden reconstruirse y conquistar un espacio social. Arlt dice "el futuro es nuestro, por prepotencia de trabajo"; Yuna busca "olvidar y continuar mejorando hasta llegar a (...) aplastar mi original minusvalía" y sostiene que "regresé al universo de los vivientes que conquisté y me merecía", con un afán de revancha no exento de la melancolía de lo resignado en la búsqueda. No se pierdan su viaje y su voz originalísima.

Cuando empecé a leer Las primas, mi mente me llevó a nuestra querida Mary de El color de la leche. La escasez de comas, esa manera de escribir como se piensa. Mary era una mujer que aprendió a escribir, desafiando todas las normas, y decidió contar su historia. Yuna vive en una familia disfuncional y un tanto alocada; una familia de mujeres en la que los hombres no quedan en buen lugar a pesar de ser ellas las incompletas, las enfermas, las que arrastran su minusvalía. Yuna nos cuenta el mundo que ve y el que imagina, a través de su pintura un tanto onírica que plasma lo que percibe y que le da un lugar en una sociedad que, de otra manera, le habría vuelto la espalda.
Y lo hace sin filtros; todo lo hace sin filtros. Si de lo que va esto es de contar una historia ¿para qué sirven?

Veo "historia de familia y de mujeres" y me lanzo, no me hace falta nada más. Pero este libro me ha sacado de mi zona de confort, lo he leído con una mezcla de fascinación y estupor.

No sé si por la historia que nos cuenta Yuna que nos habla de su familia formada por mujeres , nos habla de su madre, de su tía Nené, de sus primas Carina y Petra y de su hermana Betina . Una familia en la que hay una maestra, hay discapacitadas físicas y mentales y hasta una prostituta que hacen lo que pueden para salir adelante.
Y nos cuenta cómo ve el mundo la amistad, la sexualidad, la vida en general a su manera, eso sí, y como quiere superarse e independizarse y cómo se convierte en una pintora famosa.

O quizá me ha sorprendido porque en ocasiones está escrita sin puntuación porque "se cansa y tiene que dejar de escribir para descansar." Si, porque también nos cuenta como trabaja su cerebro.

O quizá por la crudeza con la que habla de esta familia disfuncional de mujeres "que no eran normales" sino "taradas" que dice la autora, "porque a las mujeres de esta familia la que no le falta algo, le sobra" .

O quizá por estar escrito con un humor negro y en ocasiones cruel que ha hecho que en varios momentos me haya visto con una sonrisa y pensar, pero de qué me estoy sonriendo si esto es terrible.
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La potencia de la voz narrativa de Yuna es innegable y está tan bien trabajada que consigue introducirte en el mundo excéntrico y marginal que narra y, al mismo tiempo, nos permite observar, a medida que crece, cómo los rasgos marginales y excéntricos que la caracterizan y unen a su familia se van desdibujando.
A pesar de ello, la abyección y brutalidad del entorno del que la misma protagonista se aleja me han llevado a mantener siempre con la obra una cierta distancia. El rechazo que me causa es, creo, natural, no he disfrutado de esta lectura que nos sitúa ante realidades que preferimos evitar. Volveré muchas veces mentalmente a distintos momentos de la obra que nos enfrentan con la crudeza y brutalidad de nuestra propia naturaleza, porque lo que parece que debemos inferir es que no hay motivos para la esperanza, para soñar una realidad más agradable.