La caja negra de Amos Oz
Y una vez más, Pascal: Todos los azotes del mundo derivan de nuestra incapacidad para permanecer tranquilamente en una habitación. Nuestra futilidad viene y nos destruye. Pág. 204. |
La caja negra de Amos Oz
Y una vez más, Pascal: Todos los azotes del mundo derivan de nuestra incapacidad para permanecer tranquilamente en una habitación. Nuestra futilidad viene y nos destruye. Pág. 204. |
La caja negra de Amos Oz
Hay felicidad en el mundo, Alec, aunque sea más efímera que un sueño. Y aunque no esté, desde luego, al alcance de tu mano. Como no está una estrella al alcance de un topo. No es «la satisfacción del reconocimiento», ni el halago, el avance, la conquista o la dominación, ni la sumisión o la claudicación, sino el estremecimiento de la fusión. Amalgamarse el uno con el otro. Como una ostra envuelve un cuerpo extraño, que al principio la hiere, pero que luego lo convierte en su perla mientras las cálidas aguas, inmutables, lo rodean y abarcan todo. Tú nunca has saboreado esta fusión, ni una sola vez en toda tu vida. Cuando el cuerpo se torna un instrumento musical a manos del alma. Cuando el Otro y el Yo echan raíces el uno en el otro y se convierten en un único coro. Y cuando el goteo de la estalactita nutre despacio la estalagmita hasta que las dos se convierten en una sola. Pag. 141. |
La caja negra de Amos Oz
Leí en Bernanos que la infelicidad es una fuente de bendición. Repliqué en mi libro a esta melaza católica que toda felicidad es básicamente un trillado invento cristiano. La felicidad, escribí, es Kitsch. No tiene nada que ver con la eudaimonía de los griegos. Mientras que en el judaísmo no existe ni la idea de felicidad, ni siquiera hay una palabra que se corresponda a ella en la biblia. Aparte, tal vez, de la satisfacción del reconocimiento, una respuesta positiva de Dios o de tus vecinos: «Benditos sean los que permanecen inmaculados en el camino», por ejemplo. El judaísmo reconoce solo el gozo. Como en el versículo: «Alégrate, joven, en tu juventud». Gozo efímero, como el fuego del críptico Heráclito, cuya victoria es su destrucción, gozo cuyo anverso está contenido en él y así lo hace posible. Pág. 115. |
Entre amigos de Amos Oz
“Hacía una noche muy fría y clara. Las ranas punteaban el silencio y a lo lejos ladraba un perro. Cuando Yoav alzó la vista, observó el cúmulo de nubes bajas sobre su cabeza y se dijo que todo lo que a él le parecía importante no lo era realmente y que en todo lo que realmente era importante no tenía tiempo de pensar. La vida pasaba sin reflexionar apenas sobre las cosas sencillas y grandes, la soledad, la nostalgia, el deseo y la muerte. El silencio era basto y profundo, roto a veces por el llanto de los chacales. No creía en Dios, pero, en momentos de soledad y silencio como esos, le parecía que alguien lo estaba esperando día y noche, esperaba silenciosa y pacientemente, esperaba sin hacer ruido y sin, y seguiría esperándolo siempre” Pág 93. |
Una historia de amor y oscuridad de Amos Oz
—¿A su bando? Pero en su bando no me quieren. En ninguna parte del mundo me quieren. Nadie en el mundo me quiere. Esa es la cuestión. Parece que en todos los países hay demasiados como yo. Solo por eso estoy aquí. Solo por eso llevo un arma, para que no me echen también de aquí. Pero no usaré la palabra «asesinos» para hablar de los árabes que han perdido sus pueblos. De ninguna manera, no usaré a la ligera esa palabra para referirme a ellos. Con respecto a los nazis, sí. Con respecto a Stalin, también. Y con respecto a todos los saqueadores de tierras ajenas.
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Una historia de amor y oscuridad de Amos Oz
Pero no solo huí de eso: la asfixiante vida de sótano entre mi madre y mi padre, y entre ellos y la multitud de libros, las pretensiones, la ahogada y negada nostalgia de Rovno y Vilna, de una Europa materializada en nuestra casa en un carrito negro de té y unas servilletas de batista blanca, la carga de la destrucción de la vida de él y la herida del fracaso de la vida de ella, aquellas caídas que sin necesidad de palabras se me había encargado transformar a su debido tiempo en victorias, todo eso me desquiciaba hasta el punto de querer escapar.
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Una historia de amor y oscuridad de Amos Oz
Lo que escribía mi madre por aquellos días no lo sabré nunca: ninguno de sus cuadernos ha llegado a mis manos. Quizás los quemó todos antes de suicidarse. Ni una página completa escrita de su puño y letra me ha quedado
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Una historia de amor y oscuridad de Amos Oz
Papá decía que la riqueza era un pecado y la pobreza un castigo, pero al parecer Dios quería que entre el pecado y el castigo no hubiese ninguna conexión. Uno peca y otro es castigado. Así funciona el mundo.
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Una historia de amor y oscuridad de Amos Oz
Alguien que es capaz de crear una nueva palabra y hacer que se integre en el sistema circulatorio de la lengua me parece que solo está un poco por debajo del creador de la luz y las tinieblas: si uno escribe un libro puede tener la fortuna de que la gente lo lea durante un tiempo, hasta que aparezcan otros libros mejores y ocupen su lugar, pero engendrar una nueva palabra es como tocar la eternidad
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Una historia de amor y oscuridad de Amos Oz
Mi padre sabía leer en dieciséis o diecisiete idiomas y hablar en once (todos con acento todo). Mi madre hablaba cuatro o cinco lenguas y leía en siete u ocho. Entre ellos conversaban en ruso o en polaco cuando querían que yo no los entendiera. Por cultura leían sobre todo en alemán e inglés, y por supuesto por la noche soñaban en yidish. Pero a mí me enseñaron única y exclusivamente hebreo: quizá temían que si aprendía otros idiomas también yo quedaría expuesto a la seducción de la espléndida y mortífera Europa.
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¿Cuál es el nombre completo de la protagonista femenina en "Una corte de rosas y espinas"?