La caja negra de Amos Oz
Leí en Bernanos que la infelicidad es una fuente de bendición. Repliqué en mi libro a esta melaza católica que toda felicidad es básicamente un trillado invento cristiano. La felicidad, escribí, es Kitsch. No tiene nada que ver con la eudaimonía de los griegos. Mientras que en el judaísmo no existe ni la idea de felicidad, ni siquiera hay una palabra que se corresponda a ella en la biblia. Aparte, tal vez, de la satisfacción del reconocimiento, una respuesta positiva de Dios o de tus vecinos: «Benditos sean los que permanecen inmaculados en el camino», por ejemplo. El judaísmo reconoce solo el gozo. Como en el versículo: «Alégrate, joven, en tu juventud». Gozo efímero, como el fuego del críptico Heráclito, cuya victoria es su destrucción, gozo cuyo anverso está contenido en él y así lo hace posible. Pág. 115. |