La loca de la puerta de al lado de Alda Merini
Frente a la aduana del sentimiento cerramos los ojos, porque llevamos escondido un pequeño sepulcro. Cargamos con un amor muerto y, como tantos enamorados, nos hemos convertido en perfectos simulacros. Ya no queremos llorar más. Egoístas hasta el extremo, celosos de que uno pueda mirar en lo más profundo del alma del otro, ni siquiera nos atrevemos a albergar la esperanza de ser amigos y nos cubrimos con ese estiércol inmundo que la gente llama cultura. La cultura hoy en día es un verdadero estercolero. Un estercolero que algunos logran que dé fruto, pero donde no germina la semilla de los auténticos poetas.
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