El crimen de lord Arthur Savile

La trama se sitúa en Londres, en concreto, arranca en una reunión social en la que Lady Wintermere ha congregado a varias personalidades en una fiesta de alta sociedad que acostumbra a realizar. Entre los invitados figura su quiromántico, el señor Podgers, una eminencia en su campo. Pronto, este amigo de la anfitriona llama la atención de los invitados y Podgers se presta a vaticinar el futuro de los invitados a través de la lectura de sus manos. En un momento dado, lord Arthur Savile siente curiosidad y ruega que lea su mano. Empieza así una comedia con toques de humor negro, crítica contra la superstición y la enajenación mental de quien se entrega a creer en un Destino cerrado.

La obra es una pequeña delicia en la que la ironía impera ya desde su título “Una reflexión sobre el deber”. Lord Arthur considera con extrema urgencia y necesidad hacer cumplir los designios predichos en la lectura de su mano, pues piensa que, sino acomete su papel, caerá en desgracia y perderá lo más valioso para él en su vida. Por tanto, entiende que el deber va unido a cumplir la adivinación.

Los desatinos de Lord Arthur parecen contradecir su teoría, pero aun así él insiste en su pensamiento. Wilde crítica así la estupidez en quien insiste luchar contra la realidad de los hechos, las creencias, los falsos profetas o falsas artes que defienden un futuro inamovible. También la posición moral del personaje respecto a ello, hasta qué punto está dispuesto a llegar en su beneficio para salvar el obstáculo que supuestamente le aguarda en su camino de vida.

Este relato constituye buena prueba del carácter de Wilde. En pocas líneas queda reflejado su habilidad para presentar una comedia con su peculiar estilo irónico y desenfadado. Las conclusiones finales en boca de los personajes en sus últimas páginas cierran su concepción y defensa contra la ignorancia y superstición. No es de extrañar que granjeará la enemistad de muchos contemporáneos e incluso se censurarán sus obras. Sin embargo, por fortuna, sus obras han llegado hasta nosotros y podemos disfrutar de ellas. No se la pierdan.
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Me ha parecido una historia buenísima, como se puede dejar llevar una persona con buena posición, comprometido para casarse pronto por una opinión de un quiromante hasta el punto de cambiarle la vida. No os cuento más que lo que aparece en la sinopsis (que acabo de leer, je,je,je, no las leo antes de leer los libros y me llevo gratas sorpresas). Me ha encantado como, entre otras cosas, Wilde critica a la clase pudiente sin ningún remordimiento y lo moldeables que son. Una historia corta que, sin duda, merece la pena ser leida.

Empezamos en una pomposa fiesta, la de Lady Windermere, que presume de su quiromántico personal, el peculiar señor Podgers.
Todos quedan fascinados por él y por supuesto la anfitriona no escatima en halagos, si no que hace todo lo contrario y anima a los asistentes a que prueben el don que posee el hombrecillo.
Cuando le llega el turno a Sir Arthur, Podgers empalidece de manera repentina y entre titubeos le recita su futuro… que más adelante se descubre que no tiene nada que ver con lo dicho en público en la fiesta.

Sir Arthur se enfrenta al trágico destino dictado en las líneas de su mano de la mejor -o no- manera que puede, metiendo toda la carne en el asador y recurriendo a absolutamente todo lo que se le ocurre y está en su mano (nunca mejor dicho).

Cómo no, tenemos una crítica a la sociedad victoriana de entonces, que Wilde nos deja saborear en más de sus obras… y precisamente aquí no se queda nada corto, pues además tira piedras a Scotland Yard, ahí es nada.

Un relato breve y ameno pero con mucha más chicha de la que aparenta, con esos diálogos que caracterizan al autor, llenos de ironía y tan bien llevados. Personajes que por un lado pasan sin pena ni gloria y cumplen, sin más, destacando brevemente solo algunos de ellos (por supuesto Podgers se dejará ver bastante) pero a su vez estando bien tratados y dándole bastante fuerza al relato, con un protagonista que toma las riendas de su difícil situación de manera no especialmente ortodoxa.

La trama, de inicio sencilla, cuenta con giros muy muy buenos –especialmente ese final que no me esperaba en absoluto- y momentos realmente graciosos, dejándonos una lectura divertida y rápida, que disfrutaremos del tirón.
Es una pena que no sea de las obras más conocidas de Wilde.

Lo he disfrutado mucho y no puedo hacer más que recomendarlo.
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