Cuando era niño, uno de los libros que me fascinaron especialmente e hicieron de mi el lector incansable que siempre seré, fue una adaptación infantil de "Veinte mil leguas de viaje submarino", de Jules Verne. El viaje por los océanos a bordo del submarino Nautilus, el enigmático capitán Nemo (del latín, "nadie"), y las imágenes de los fondos marinos y las criaturas que lo poblaban, me cautivaron. Ahora, muchos años después, he regresado a la obra, esta vez en la versión íntegra magníficamente traducida y anotada por Miguel Á. Navarrete, y editada por Cátedra. Y es mejor todavía de lo que recordaba. Como escritor, Verne despliega aquí un estilo detallado y descriptivo. Una de las técnicas que usa para describir las maravillas oceánicas que nos va presentando es lo que el traductor denomina un "muro de palabras". Mucho antes de que Phil Spector introdujera el "muro de sonido" en el mundo de la música, Verne ya usó aquí ese efecto en la literatura, a modo de combinación de letras/sonidos que llenan y aportan densidad al relato. En ciertos pasajes el autor llega a crear explicaciones tan detalladas y repletas de datos científicos, que pueden abrumar al lector más familiarizado con la vida marina. Las inexactitudes y licencias que a veces se toma Verne cuando habla de naturaleza o tecnología son las acostumbradas en su obra, donde la mayoría de las veces tenía que usar su fértil imaginación para describir lo desconocido por la ciencia de su época. Entonces, aunque Verne se muestre confiadamente erudito en su prosa, hay que leerle sabiendo que se trata de una obra de ficción, y pueden aparecer morsas en el Polo Sur, por ejemplo. Ante esos casos se debe continuar con la lectura sin vacilar, como en cualquier obra de fantasía o ciencia ficción. Hay momentos mágicos que para mí destacan de forma particular en la obra, como el capítulo que Verne dedica al marino explorador francés La Pérouse, desaparecido en Vanikoro, en el océano Pacífico. El encanto atemporal que desprende la obra en episodios como este, sumado a su equilibrada combinación de misterios y descubrimientos, con una narrativa rica basada a veces en datos reales, a veces en leyendas, hacen del libro el tesoro clásico universal que es. + Leer más |
El escritor, periodista y cineasta, Diego Osorno, conversa con Harold Torres acerca del gran interés que ha tenido por la lectura desde niño (cuando leía periódicos y cualquier texto que llegara a sus manos) cultivando esta pasión hasta formar una impresionante biblioteca que actualmente consta de más de cinco mil ejemplares.
De su voz escuchamos el poema “Nocturno de la calzada Madero”, cuyo autor inspiró la creación del documental “Vaquero de medio día” dirigido por nuestro invitado.
Libros leídos:
Los periodistas de Vicente Leñero
Un manifiesto del periodismo infrarrealista de Diego Osorno (texto escrito para el primer confeccionario del ‘Encuentro Nuevos Cronistas de Indias'
Al pie de un volcán te escribo de Alma Guillermoprieto
Nadar sabe mi llama de Samuel Loyola
Los detectives salvajes de Roberto Bolaño
Libros mencionados:
Los albañiles de Vicente Leñero
Asesinato de Vicente Leñero
Los presidentes de Julio Scherer
Autores mencionados:
Arthur Conan Doyle
Julio Verne
Julio Scherer
John Lee Anderson
Alma Guillermoprieto
Rafael Rodríguez Castañeda
Juan Villoro
Guillermo Prieto
Nicanor Parra
Mario Santiago Papasquiaro
Gonzalo Rojas
Pablo Neruda
Vicente Huidobro
Francisco de Quevedo
Octavio Paz