CARNE DE CAÑON

El cómic está protagonizado por una familia choni compuesta por madre y tres hijos, aunque los que llevan la voz cantante son el Kilian y la Yanira, los dos hermanos “mayores” (entre 8 y 12 años). En el conjunto del tomo se tratan cuatro historias; la primera de ellas trata la típica liada de “los niños se quedan solos y uno se abre la cabeza jugando”, así que se tienen que ir al hospital acompañados por los vecinos heavys. Otra historia está protagonizada por el fantasma de un monaguillo que se cayó en una zanja y que “persigue” a un amigo de los protagonistas porque se llevó los dos euros con los que alguien había hecho la ouija. También está la historia en la que la madre hace una pintada en el coche del padre para recordarle que tiene que hacerles algún regalo a sus hijos por Navidad, u otra en la que la Yanira hace un test de una revista estilo Super Pop y cree que está enamorada de una compañera de clase, motivo por el que los compañeros se empiezan a burlar de ella (y, por supuesto, la madre irá a montar un pollo a la salida del colegio).

Por lo que he leído, la autora publicaba anteriormente en una revista de cómic underground, y esto se nota en el tipo de dibujo, que me recuerda a Robert Crumb, muy detallado e incluso un poco desagradable, pero perfecto para retratar un barrio de clase obrera muy real, con sus tiendas de barrio, su yonki y sus heavys, sus flequillos teñidos y mechas. Además, como comentaba al principio, el formato es diferente, de dos viñetas grandes por página, lo cual hace que la lectura sea sencilla y se resalten más los detalles.

Ha sido una lectura simpática, sin pretensiones, que podría parecer algo estereotípica del mundo choni, pero que en realidad trata anécdotas que todos podemos haber compartido en nuestra infancia (de hecho las portadas de cada mini historia están decoradas con las típicas gomas Milan o los monstruitos-dedo que seguro nos suenan a más de uno, jeje).