Un refugio para los condenados

“Un refugio para los condenados” se presenta como un alegato contra las adicciones. Pero también es en esencia una radiografía de la violencia urbana y la angustia y la ira existencial, y en definitiva sobre la difícil etapa del crecimiento.

Mark es un joven problemático. Constantemente enojado, tiene una actitud agresiva hacia todos. En guerra con el mundo, Mark no halla un lugar propio, ningún lugar donde encontrar refugio... hasta que descubre un cobertizo abandonado. Originalmente buscado como un lugar para que Mark y sus dos amigos Scott y Adam fumaran cigarrillos sin que nadie los viera, la choza se convierte en mucho más para él. Se trasforma en un lugar donde puede ejercer control sobre su vida y exhibir una sensación de poder. Pero todo empeorara cuando uno de sus amigos desparece sin dejar rastro, Mark sabe que algo ha cambiado en su interior, para siempre.

Obsesiones enfermizas, deseos inconfesables y un miedo voraz que paraliza. Juegos mentales...¿O quizás voces reales que susurran a Mark dentro de la casa? Mike Thorn actualiza la novela de terror psicológico, llevándola al horror cósmico y al realismo más descarnado, usando un estilo mordaz y a veces excesivo, no apto para cualquiera, realmente crudo por momentos, ha escrito una exposición brillante sobre la verdad para la juventud urbana. Como la vida misma.

Según avance la lectura el lector sentirá que el protagonista cada vez se va volviendo más violento, debiendo cuestionarse si la respuesta a esa violencia se encuentra en ese cobertizo y los secretos que esconde... el propio protagonista comienza a preguntarse de dónde proviene realmente el poder que siente. ¿Por qué lo qué antes era un refugio para él termina siendo un sitio aterrador? ¿Qué le exige? Os adentrareis en una historia lúgubre y surrealista dentro de una narración que a veces se vuelve poética.

Por momentos pueril, en otros pretendidamente filosófica, esta novela navega por aguas peligrosas: queremos ir más allá, queremos que Mark sea castigado, sin darnos cuenta que todos somos o fuimos como él, y que en última instancia solo nos queda luchar contra los horrores de la adolescencia, los maestros autoritarios, los padres que no nos comprenden, y las adicciones que nos hunden en el más oscuro de los pozos... Y por encima de todo, la casa llamándonos, invitándonos a entrar con su diabólico canto de sirena.

Estoy convencida que vais a disfrutar desde la primera página. Tal vez empiece un poco lenta, pero vale mucho la pena seguir la lectura. El disfrute es total. Me ha encantado.

No es necesaria una historia de monstruos, fantasmas, demonios, para generar terror, y es que el horror cotidiano a veces es el que da más miedo. Y eso exactamente pasa con este libro, donde la locura y violencia alcanzan la cima.

Mark, nuestro protagonista, descubre junto a sus dos mejores amigos un cobertizo en las afueras del barrio. Un lugar donde refugiarse para poder fumar a escondidas y evadirse de los problemas. Lo que no espera Mark es que el refugio quiera algo a cambio y revele su extraño poder.

Una historia que va de menos a más, con un inicio algo lento pero que a medida q avanzas no podrás soltar. Mark es un adolescente que carece de empatía, cargado de rabia y una violencia que va creciendo. Un personaje que desde luego no se deja querer y que llegas hasta a odiar.

Conoceremos un poco la vida de cada uno, de sus amigos, uno de ellos con un padre violento y alcohólico. Eché de menos en este aspecto que el autor hubiera profundizado un poco desde la niñez y comprender mejor el comportamiento de Mark.

Todo se tuerce cuando uno de ellos desaparece. Mark es atraído cada vez más por ese cobertizo y voces que le invitan a cometer actos cada vez más violentos.

Entre sus páginas desprende ese terror psicológico que sabes que al final, el protagonista estallará y alcanzará la locura extrema. Me ha encantado la prosa del autor y ese final que ha sido totalmente inesperado para mi, quizás algo abierto a la imaginación.