Por qué no soy cristiano

Estoy convencido de que lo esencial en el debate sobre la existencia de Dios son las emociones y, por tanto, todo debate es inútil.

El creyente, sea cristiano o no, tiene un sentimiento profundo de que Dios existe y ninguna razón puede a ese sentimiento, que además es consecuencia de necesidades muy humanas. El que no posee ese sentimiento precisa de razones, pruebas, y estas no existen (si bien habría que recordar que la responsabilidad de la prueba recae en aquellos que afirman la existencia de algo no en el que duda de ello. del mismo modo se podría creer en los elfos pues nadie ha podido demostrar su inexistencia ni lo podrá hacer nunca). Por tanto, la conciliación entre ambas posturas es imposible, máxime cuando, como es el caso de Russell, se tiene a su vez un sentimiento profundo de que Dios no existe.

El de las religiones es un tema distinto. Nadie puede negar las barbaridades que se han perpetrado y se siguen perpetrando en el nombre de Dios (se podrá señalar que también la religión está en la base de muchas buenas acciones. Particularmente, tengo mis dudas acerca de si las personas que realizan esas buenas acciones no las harían de igual forma siendo no creyentes… es más, espero que sea así, esto es, que no son buenos solo porque su religión les ordena que lo sean o porque a cambio les promete una recompensa futura). Como bien dice Russell:

“En cuanto se da por supuesto que la verdad absoluta está contenida en los dichos de ciertos hombres, hay un cuerpo de expertos que interpretan lo que dice, y estos expertos infaliblemente adquieren poder, ya que tiene la clave de la verdad. Este poder lo emplearán en beneficio propio.”

Creo que esto es indudable y, como hemos comprobado frecuentemente en los últimos tiempos, muy peligroso (también se podría argumetar que ese peligro es consecuencia de interpretaciones erróneas de las religiones… pero cómo debatir sobre ello, si con mucha frecuencia, quizás seimpre, las religiones niegan tal posibilidad de debate). Con excesiva facilidad se olvida que todo lo supuestamente dicho por Dios se conoce a través del hombre (y de la mujer. Aunque en menor número, creo que también hay mujeres profetas en el cristianismo), y otros hombres son los que se encargarán de interpretar eso que supuestamente ha dicho Dios (nuevamente aquí es abrumadora la mayoría masculina, siendo muy habitual además negar tal posibilidad a la mujer). También aquí se necesita la fe para considerar a esos hombres como un mero medio de transmisión de la verdadera palabra de Dios. Volvemos a un debate baldío.

Russell también apunta a otro hecho que me parece innegable. La mayoría de los creyentes, excepto los más ortodoxos y/o fanáticos, crean su propia religión en función de su conveniencia y solo una minoría sigue a rajatabla todos los preceptos... afortunadamente, bien sabemos a qué conduce una sociedad basada estrictamente en los principios religiosos, hemos tenido ejemplos en el pasado y los seguimos teniendo en el presente… Dios nos salve de tal posibilidad.