Dorayaki

Este libro era esperado por todos los que habían visto la película Una pastelería en Tokio (2015), pero sin conocerla ya me resultó atractivo solo con el nombre y la portada. La reseña de @desdemiterraza_ me despejó las dudas.

Ha sido una delicia. al más puro estilo japonés, con su cadencia, sus tradiciones, los detalles, los silencios. Una historia llena de sabiduría y personajes entrañables. Delicada, dulce, llena de encanto.

Sentaro es un hombre solitario, al cargo de una pastelería de dorayakis, típico dulce japonés, que vive en una rutina llena de sinsentido. La apatía, el pesimismo y la pérdida de sueños marcan sus días, hasta que Tokue, una tierna anciana con ganas de trabajar y ayudar, se cruza en su camino. Su gran sabiduría y la forma tan especial de sentir la vida llenarán de luz el alma de Sentaro.

Descubrir el giro que da la historia sin saber nada de ella es lo mejor. Nos vamos a encontrar con un tema con el que nunca me había tropezado en ningún libro, muy interesante de conocer.

Tokue me ha robado el corazón y me ha dado un enfoque sobre el sentido de la vida muy diferente. ¿Es necesario haber sido útil a lo largo de nuestra vida para que ésta haya valido la pena? ¿O el simple hecho de contemplar el mundo ya habrá tenido sentido? La importancia de saber Escuchar, no solo a las personas, sino a todo cuanto nos rodea.

Una historia contada al ritmo que marcan las estaciones. La caída de las hojas y la floración de los Sakuras, mostrando su belleza y los cambios de color que acompañarán los sentimientos y el devenir de los acontecimientos.

Belleza en la escritura, profundas reflexiones, emociones contenidas, la importancia de tener siempre a alguien cerca cuando sea necesario volverse a levantar. La amistad más pura, un regalo de la vida. Cicatrices que permanecen abiertas, secretos inconfesables. Nunca es tarde para cumplir los sueños. Injusticias sociales y deseos de libertad. Todo esto en tan poco y contado de forma tan sencilla que enamora desde la primera línea.

Qué gran acierto de lectura. Ver la película ha cerrado esta increíble experiencia, ideal para completar de forma visual lo leído.

Un libro que recomendaría para empezar con la literatura japonesa, llena de elementos que la definen y que fácilmente puede gustar a todos.

Cuando vi que se iba a publicar el libro en el que se basó la película de “Una pastelería en Tokio” de Naomi Kawase, que había visto en el cine y me encantó, no pude resistirme a hacerme con un ejemplar y leerlo cuanto antes.

El protagonista de Dorayaki (“An” en el original, que es el nombre que recibe la pasta de alubias rojas que contienen los dorayakis) es Sentaro, un hombre que trata de olvidar su pasado llevando una vida solitaria. Durante el día trabaja en una tienda haciendo dorayakis (el famoso dulce que encantaba a Doraemon) pero sin ponerle mucho cariño al asunto, y por las noches se dedica a beber hasta caer rendido. Un día aparece en la tienda Tokue, una anciana que solicita trabajar con él en la tienda, avalada por su experiencia de cincuenta años preparando la pasta an. de entrada Sentaro es reticente a que ella trabaje allí, pero tras probar su “an” decide contratarla y aprender de ella.

Gracias a Tokue, Sentaro logrará reencontrarse con otros humanos y volver de nuevo a la vida. Con ella aprenderá el proceso de preparación de la pasta de judías y el cariño que hay que ponerle, pero también le enseñará a ser más perceptivo con respecto a la naturaleza y las personas. Tokue destila alegría y sosiego a pesar de haber tenido una vida complicada; con tan solo 15 años, Tokue fue diagnosticada del mal de Hansen o lepra y, como en aquella época no había tratamiento, lo que se hacía era encerrar a los enfermos en un lugar del que no pudieran salir y que poco a poco fueran deformándose y perdiendo miembros del cuerpo debido a la enfermedad.

A pesar de que el mal ya ha sido erradicado, la gente sigue teniendo miedo a la enfermedad, por lo que en cuanto se corre el rumor entre los clientes dejan de acudir (a pesar de que hubiera aumentado la clientela gracias a Tokue). El final de la historia, como no podía ser de otro modo, es triste, pero hay tanta belleza en la amistad de Sentaro, Tokue y Wakana (una chica que visita la tienda ocasionalmente) y es tan profunda la redención de los tres que merece la pena leer el libro y, por supuesto, ver la película que mencionaba al comienzo, porque he vuelto a verla después de leer el libro y se trata de una adaptación bastante fiel.

Cuando Mauro puso este libro en mis manos, ya sabía que iba a conectar. No hay una repetición en la trama con respecto a otros libros de literatura asiática, me dijo. 

Creo que conecté con él desde la portada, quizás porque necesitaba leer algo así en este momento. Abrazar a alguien es una gran vacuna contra el pesimismo y la tristeza. Dorayaki es eso… un abrazo continuo. Sentaro es un hombre herido, apático, desahuciado socialmente, que vive una historia en la que poner palabras a lo impronunciable es complicado. En su vida aparecen dos detonantes: Tokue y los Sakuras. La leyenda dice que las flores del sakura eran blancas al principio, pero se tiñeron de rosa al mezclarse con la sangre de todos los samuráis que cometieron seppuku al lado de estos árboles, como un intento de ver la belleza una última vez antes de morir. Entre rituales ancestrales, tradiciones milenarias, y leyendas transcurre esta delicia de libro. Palabras justas para sentimientos sinceros. 

 "Nacimos para ver y escuchar el mundo".  Me impactó esta frase. 

Tokue y su sabiduría me ha hecho pensar que cada persona descubre a lo largo de su vida que escucha, a quién escucha y como lo escucha. Aquí está la esencia. Esas escuchas conscientes serán las que darán sentido a una vida, la de los personajes de esta historia.  

Cada ráfaga de viento, cada vez que sientas el sol, cada sensación al abrazar son pequeños fragmentos que van confirmando tu vida. de niño a adulto. Siempre en la escucha podemos encontrar las respuestas, quiere transmitirnos Takue.

Una historia llena de matices. Una historia que muestra la necesidad de abrazar y ser abrazados.

Y si, escapar de los monstruos a través de los silencios, nos permitirá aprender a observar con claridad. 

Construir desde la destrucción.  

Silenciar(te) para hablar(te).

Escuchar para comprender.

Ese es el mensaje de este libro. O al menos así lo he percibido yo. 

Pero las cicatrices enseñan siempre, pero son los abrazos los que curan. Lo tengo claro: los abrazos son un viaje sin retorno. Leed este libro para sentiros abrazados. 

-𝐃𝐨𝐫𝐚𝐲𝐚𝐤𝐢-
Una de las mayores emociones que puedo experimentar en mi vida lectora, es que alguna editorial traduzca a castellano, la historia original en la que se basa alguna de mis películas favoritas, así que la alegría de que este año @chai_editora, haya publicado 'Dorayaki', ha sido simplemente inmensa.

'Dorayaki' es una de esas pequeñas joyas del lejano oriente, que tal vez sea más conocida por su adaptación cinematográfica 'Una pastelería en Tokio', y es de esas novelas, que alrededor de algún elemento de la cocina, construye toda la narrativa. En este caso, ese elemento es el dulce japonés dorayaki, que consiste en dos bizcochos redondos rellenos de una pasta dulce de judías.

La novela, nos cuenta la historia de Sentaro, un hombre solitario, que pasa los días trabajando en una pequeña tienda de dorayakis a punto de quebrar. Una tarde, conoce a Tokue, una extraña anciana que prepara una pasta de judías excepcional. Poco a poco iremos conociendo el pasado de ambos, y el vínculo entre ellos se convertirá, en una amistad única muy especial.

Una historia delicada e intimista, que con una narrativa serena nos transmite el sentido de la vida, resaltando que todas las vidas son valiosas, y que todos nacemos para escuchar y ver el mundo.

Acabo de dejar Tokio y ya echo de menos a Tokue y Sentaro. Me imagino bajo el sakura floreciente observando la pequeña tienda, disfrutando del aroma de los dorayaki s recién hechos, un aroma que se entrelaza con los pétalos que bailan en el aire.
Sentaro regenta una modesta tienda de dorayakis a la que un buen día se asoma la anciana Tokue, una mujer con visibles secuelas debido a una dura enfermedad. Poco después, comenzará a trabajar con Sentaro y la sabiduría de Tokue envolverá la diminuta cocina. Juntos no solo prepararán deliciosos dorayakis sino que forjarán una amistad inquebrantable.
Durian Sukegawa ha escrito una novela inolvidable. Una historia preciosa, tierna, conmovedora, no exenta de la dureza de la vida, de la otra cara de la moneda. Los protagonistas cargan con un enclaustrado pasado del que no pueden desprenderse. La elaboración de dorayakis será un refugio que les ofrecerá pellizcos de felicidad para sobrellevar ese peso, además de un espacio para las confidencias y el desahogo. Todo bajo la atenta mirada del sakura, que florece o se desnuda con el cambio de las estaciones. Sus ramas: “Todas nos saludan agitando las manos”.
Tenía las expectativas altas con esta lectura. Hace algunos años vi “Una pastelería en Tokio”, basada en esta novela, y me encantó. Y ya sabemos lo que ocurre con los cruces entre lecturas y visionados, sobre todo cuando ya conocemos de antemano la historia. Sin embargo, la lectura ha superado con creces todas mis expectativas. Abrazo esta novela, cuánto la he disfrutado. Algo que me ha gustado especialmente es la lectura entre líneas, todo lo que podemos intuir en los silencios, tan frecuente en la literatura asiática. Gracias Chai editora por publicar esta belleza.

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