Dorayaki

Cuando vi que se iba a publicar el libro en el que se basó la película de “Una pastelería en Tokio” de Naomi Kawase, que había visto en el cine y me encantó, no pude resistirme a hacerme con un ejemplar y leerlo cuanto antes.

El protagonista de Dorayaki (“An” en el original, que es el nombre que recibe la pasta de alubias rojas que contienen los dorayakis) es Sentaro, un hombre que trata de olvidar su pasado llevando una vida solitaria. Durante el día trabaja en una tienda haciendo dorayakis (el famoso dulce que encantaba a Doraemon) pero sin ponerle mucho cariño al asunto, y por las noches se dedica a beber hasta caer rendido. Un día aparece en la tienda Tokue, una anciana que solicita trabajar con él en la tienda, avalada por su experiencia de cincuenta años preparando la pasta an. de entrada Sentaro es reticente a que ella trabaje allí, pero tras probar su “an” decide contratarla y aprender de ella.

Gracias a Tokue, Sentaro logrará reencontrarse con otros humanos y volver de nuevo a la vida. Con ella aprenderá el proceso de preparación de la pasta de judías y el cariño que hay que ponerle, pero también le enseñará a ser más perceptivo con respecto a la naturaleza y las personas. Tokue destila alegría y sosiego a pesar de haber tenido una vida complicada; con tan solo 15 años, Tokue fue diagnosticada del mal de Hansen o lepra y, como en aquella época no había tratamiento, lo que se hacía era encerrar a los enfermos en un lugar del que no pudieran salir y que poco a poco fueran deformándose y perdiendo miembros del cuerpo debido a la enfermedad.

A pesar de que el mal ya ha sido erradicado, la gente sigue teniendo miedo a la enfermedad, por lo que en cuanto se corre el rumor entre los clientes dejan de acudir (a pesar de que hubiera aumentado la clientela gracias a Tokue). El final de la historia, como no podía ser de otro modo, es triste, pero hay tanta belleza en la amistad de Sentaro, Tokue y Wakana (una chica que visita la tienda ocasionalmente) y es tan profunda la redención de los tres que merece la pena leer el libro y, por supuesto, ver la película que mencionaba al comienzo, porque he vuelto a verla después de leer el libro y se trata de una adaptación bastante fiel.