El niño que comía lana

La búsqueda de nuevos relatos me llevó a este libro y al descubrimiento de una autora. En honor a la verdad, ya había oído hablar de Cristina Sánchez-Andrade, pero nunca me había parado en su obra. "El niño que comía lana" ha sido el libro que me ha abierto su mundo y, aunque haya encontrado claroscuros, prometo no abandonarlo.

La Galicia rural de la guerra y posguerra es el escenario en el que conviven los 15 relatos del libro. Mujeres, niños, tragedia, muerte, abandono y hambre. Los cuentos de Cristina Sánchez-Andrade huelen a agua sucia y comida rancia, a vísceras y putrefacción.

Todos los relatos tiene un punto inquietante y oscuro, pese a que hay altibajos. Hay relatos me han parecido buenísimos, pero otros me han dejado bastante fría. Aunque, no miento si digo que todavía se me revuelve el estómago pensando en alguno.

Me quedo con "Manuela das Fontes", la mujer que huye a Cuba escapando de la miseria; con la inquitante niña "Puriña" y con "La libertad del escarabajo", sin duda, el más sórdido y el que he revivido en más ocasiones.

Si te gustan las historias que mezclan lo fantástico con el realismo más cotidiano, que te cuentan lo más escabroso y sucio de una forma sublime, tienes que leer este libro de Cristina Sánchez-Andrade.

Me ha encantado descubrir que los relatos tienen nexos de unión entre sí, sobre todo, porque en alguno de los casos no son tan obvios y esas pequeñas pinceladas me hacían sonreír.
He ido pasando por muchos sentimientos mientras leía este libro, me he descubierto odiando y amando personajes casi a la vez y dependiendo de las decisiones que tomaran, porque créeme que esto no va a dejarte indiferente.

Además la autora ha sabido plasmar la decadencia, la pobreza, los prejuicios y las habladurías de las zonas rurales y nos muestra perfiles de gente muy dispar, con muchas luces y sombras, que podremos llegar a entender o quizás no, depende de lo mezquinos que nos parezcan.

Pienso que todos los relatos están a la misma altura unos de otros, quizás el que más mal rollero me ha parecido ha sido "La olla exprés" y el que me ha dejado el sabor más agridulce ha sido "El Pacheco", porque me ha parecido triste y bonito a la vez. Seguramente sean los que más recordaré cuando piense en esta antología.

Este año quiero volver a probar leer a la autora y ya me he apuntado en la wishlist "Las Inviernas" que seguramente caiga en breve.

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📚 El niño que comía lana
♀ Cristina Sánchez -Andrade
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De esta autora había leído Las inviernas, y creo recordar que me dejó con ganas de más. Mi experiencia esta vez ha sido parecida. En primer lugar no sabía que se trataba de relatos. Pensé que era una historia lineal y me he llevado aún más sorpresa cuando parece que los relatos no están conectados, pero si lo están. Es raro.

La novela empieza con Manuela que viaja a Cuba desde Galicia para ser nodriza de una familia rica al otro lado del mundo. Es el primer relato y es el que más me ha gustado de todos. El costumbrismo y el lenguaje que usa en este relato me enamoró. Los demás están bien, pero no como éste, es más, hay otro relato de Manuela que parece que lo ha escrito otra persona, no describen a la misma persona. No sé.

La estructura de la novela y del lenguaje me han gustado. Viajamos en el tiempo constantemente y la autora es capaz que sintamos la desesperación, la tristeza, la miseria, la soledad y el hambre que sufren los protagonistas de los relatos. Hay relatos durísimos que incluso me han asqueado, y normalmente cuando leo un libro así, me gusta porque me ha hecho sentir algo.

Aún así, no es un libro que me haya removido. Siento que la autora ha escrito cosas o situaciones desagradables o surrealistas porque en realidad las historias no tienen nada de especial, solo para llamar la atención. Pero es mi opinión personal.

Si os gustan los relatos y disfrutáis de algunas escenas con realismo mágico o realismo muy duro podría interesaros, para mí un libro que pasará sin pena ni gloria.

✴ ¿ Habéis leído este o Las inviernas? ¿Qué os pareció?
✴ ¿Conociais a la autora?

Conjunto de cuentos con una mezcolanza entre lo sórdido, lo escatológico, lo soez, lo políticamente incorrecto, lo macabro, lo repugnante y lo terrorífico!
Quizás a veces las historias son un poco localistas pero sin duda la maestría de la autora de unificar historias, personajes y jugar con el paso del tiempo es digna de admirar.

No me considero una persona aprensiva y sin embargo estos relatos me han impactado.

Recomendable 100%.

Relatos en ocasiones clasificables como absurdos y delirantes; otras como macabros y humorísticos, que no dejan indiferente a nadie. Desde un niño traumatizado por la pérdida de sus padres que come lana para sobrellevarlo, un náufrago que consigue sobrevivir mediante un acto de dudosa moralidad, un marqués cruel y desdentado…hasta un ama de cría gallega que emigra a América. Historias que se entrelazan entre sí tejiendo una telaraña de historias elaboradas por un mismo hilo: la poderosísima voz de su autora.

Una recopilación de historias que no dejan indiferente a nadie.

Y es que Cristina nos sumerge en un único escenario (la Galicia rural) para presentarnos a una serie de personajes cuyas vidas se van entrelazando a lo largo de los diferentes capítulos. Capítulos oscuros, con situaciones, en su mayoría increíbles, que nos muestra la complejidad de la conducta humana.

Aunque cada capítulo se puede leer de forma independiente, es maravilloso la forma en que varias historias se conectan entre sí y cómo la autora consigue unir a los personajes. Sentí que estaba leyendo una novela completa y no solo varios relatos independientes.

Destaco la de "Manuela das Fontes", una perturadora historia que me dejó con un muy mal cuerpo al terminarla.

El perfecto balance entre tenebroso y humor negro. Entre una sensibilidad introspectiva de todos los amores -maternos filiales sensuales y todo- y una violencia que se siente súbita pero, más bien, por fin fue desenterrada.
Me encanta que muchos cuentos estén interconectados (multiverso de Sánchez-Andrade, chi cheñol).
Los españolismos me resultaron encantadores en vez de confusos.

Esta mujer sabe cómo dosificar la información para volver al misterio insostenible y jalar al lector, sabe dar los golpes de gracia para rematar el núcleo emocional de sus cuentos.
Las amígdalas de Pepín me parecieron el elemento mejor construido, casi chillé.

Niños muertos, sensorialidad que remarca olores nefastos y sabores de guisos de infancia, España en dos períodos diferentes, barcos que parten, identidades que llegan, dentaduras que no encajan y ojos cosidos, infidelidades, lutos, naufragios, lactancia, recuerdos, pérdidas, remordimientos y mucha mucha nostalgia.

Fue una verdadera sorpresa y se sintió como encontrar oro en un pajar.