Y esa noche... esa noche hasta bailó. Porque estaba vivo.
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Y esa noche... esa noche hasta bailó. Porque estaba vivo.
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La única forma de sobrevivir era muriendo.
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La única forma de sobrevivir era elegir la muerte
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Y esta vez sí, su cerebro se desconectó como un viejo ventilador que ha girado ya demasiado y se sumieron en las neblinas opacas del olvido...
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Cuando doblaba el pasillo a la carrera, comenzó a escuchar los gritos. Estaban cargados de un dolor y una desesperación tan profundos que Moses tuvo que apretar los dientes para concentrarse en ignorarlos; no los quería en su cabeza por el momento, si quería tener las fuerzas necesarias para enfrentarse a aquello...
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Amaba la lluvia, el olor a mojado, su refrescante y gélida caricia en la piel, tan parecida a una relajante ducha ahora ya prohibida. Cerró los ojos e inspiró el aire húmedo mientras la ropa se le pegaba a la piel, y permaneció así unos segundos, escuchando de fondo el singular repiqueteo de las gotas sobre los barreños de plástico, embriagada por el frío y la frescura que traía el aire...
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En cambio, su mente le torturaba recreando con vividas imágenes cómo el sacerdote había arrojado a los muertos al cráter, y cómo éstos se habían subido a horcajadas sobre el Cojo y le habían desgarrado la piel, la carne y en última instancia, la vida misma...
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Ha muerto, tío. Ha muerto y me rindo. Me rindo. Me rindo, hermano...
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Es un cuerpo creado a partir de la unión de distintas partes de cadáveres diseccionados, escrito por Mary Shelley a partir del reto literario de Lord Byron.