El fracaso es que tu hija esté delante, pero en otro sitio.
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El fracaso es que tu hija esté delante, pero en otro sitio.
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A veces pienso cuál sería el precio de un abrazo, hija, qué tendríamos que hacer para que levantaras la cabeza y miraras a tu madre.
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A veces soltamos salvajadas que no pensamos. Cosas que, al minuto de ser dichas, nos dan vergüenza o miedo y que al final nos joden el sueño de esa noche.
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Porque, si no perdonas, las tripas se te llenan de unos gusanos del otro que al final se te comen a ti.
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Cómo darle cariño al otro si el otro lo desprecia, si el otro tira tu cariño por el retrete como una sopa que se quedó fría.
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