En un polígono de una pequeña población asturiana ha aparecido un cadáver. El hombre ha sido asesinado y el asesino o asesinos le han cortado cierta parte de su anatomía. Todo parece indicar que se trata de una venganza. Del asunto se encargarán las fuerzas policiales del lugar y, por otro lado, Olivia Marassa, una joven periodista a la que no se le pone nada por delante. No es difícil encontrar el binomio policía-periodista en novela negra. Ahora mismo sólo se me ocurre la serie de Mari Jungstedt pero sé que me lo he encontrado en más novelas. Y es lógico porque funciona muy bien. Obviamente, la policía tiene más medios pero, al mismo tiempo, al estar sometida a procedimientos legales estrictos, puede encontrarse con problemas a la hora de investigar. Además, la gente es muchas veces reacia a ser interrogada por la policía y le oculta cosas. La prensa, por otro lado, tiene una libertad un poco mayor a la hora de investigar (o se la toma, al menos en las películas y novelas) y un periodista con carisma puede resultar más cercano y convincente a la hora de preguntar a los posibles testigos. En todo caso, las investigaciones que realizan unos y otros son o pueden llegar a ser muy diferentes y, por eso, es un gusto verles trabajando al alimón. Esto es lo que pasa aquí. Por un lado, tenemos la investigación oficial de la policía, que se realiza a través de los cauces legales, como debe ser. Por otro lado, tenemos la investigación que realiza Olivia, una periodista que está en todas partes, como el perejil, y que no suelta la noticia cuando la agarra. En este caso, además, va a ser la primera que conoce el crimen y, por cierto motivo que no os contaré, va siempre un paso por delante. Hay crímenes muy difíciles de resolver porque parece que nadie ha podido tener motivos para matar a la víctima (por ejemplo, lo que ocurre en la novela “En el otro bolsillo” de Laura Balagué). En otros casos, la dificultad proviene de que hay tantas personas que tienen motivos para cometer el crimen, que lo difícil es elegir una sola. Eso es lo que pasa en esta novela: en cuanto Olivia y la policía comienzan a investigar, se dan cuenta de que la víctima tenía muchas cosas que ocultar y que hay mucha pero que mucha gente que tiene motivos para acabar con ella. Son tantos los sospechosos, tanto del presente como del pasado, que la policía tiene demasiados frentes abiertos y no sabe por dónde tirar. Además, el primer asesinato no va a ser la única muerte, ni tampoco el único crimen que habrá que investigar… He de reconocer que pensé que había pillado a la autora. Hacia la mitad de la novela creía saber quién había sido y por qué. ¡Pues no! Podría haber sido pero no; y la solución final es perfectamente lógica. La novela se estructura en sesenta y ocho capítulos de corta extensión más un epílogo final. Es un narrador omnisciente quien nos va contando la historia, focalizando en los dos protagonistas de la investigación. Con un estilo ágil y directo desprovisto de artificios y con mucho ritmo y con una abundancia manifiesta de diálogos, el libro es de esos que se devoran. No hay pérdidas de ritmo ni interés, la intriga se mantiene constante y el hecho de que haya tantos sospechosos posibles hace que no sepas bien a qué atenerte. La sorpresa final está servida y no la ves hasta que la autora quiere que la veas Conclusión final He disfrutado mucho con la lectura de esta novela negra escrita a ritmo de thriller. Una trama bien planteada, bien llevada y bien resuelta. Recomendable. Enlace: https://librosquehayqueleer-.. + Leer más |