Maimai

Años después retomamos contacto con el personaje de Mitsuko que tenía una librería y con su hijo Tarô, sordomudo de nacimiento, hoy en día un pintor reconocido que comienza a vender sus cuadros.
En este tomo Tarô se acercará a su abuela materna que él adora. Tarô es un verdadero adonis y trabaja también como modelo donde conoció a Mina, su novia.

Tarô se reencontrará con una amiga de infancia, Hanako, la hija de la Sra Sato, hoy en día trabajadora social. Los padres de Hanako residen aún en el extranjero porque el padre es diplomático. Desde el reencuentro Tarô y Hanako se sentirán enamorados.

Esta vez no me ha gustado la historia de Aki Shimazaki porque encontré que la situación es demasiado « cliché », poco creíble. El personaje demasiado perfecto de Tarô me parece débil y desubicado con esa transferencia rápida que hizo entre Mitsuko y la Sra Sato.

Maïmaï conlleva un buen simbolismo. Quiere decir caracol, un animalito que transporta a cuestas su vivienda como una carga. Aquí, en esta historia es fuertemente cuestión de carga.
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