Ciertamente, ha de ser de tal magnitud su ofensa, que raye lo monstruoso, o, de lo contrario, el afecto que antes le profesabais adolecía de tacha.
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Ciertamente, ha de ser de tal magnitud su ofensa, que raye lo monstruoso, o, de lo contrario, el afecto que antes le profesabais adolecía de tacha.
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El peso de un cruel tiempo debemos asumir, diciendo lo que es cierto, no lo que hay que decir. Los más viejos pasaron penas que los jóvenes no veremos. Ni tanto como ellos nosotros viviremos. |
Este juicio del cielo, que nos estremece, no nos mueve a lástima |
No somos los primeros que la querer lo mejor sufrieron lo peor |
A estas dos hermanas he jurado amor, y una recela se la otra como de la víbora el que fue mordido |
Podría hasta morir de compasión viendo a otro en mi estado
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Los astros, esos astros que están encima sin los que rigen nuestro temperamento, o no podrían un mismo macho y hembra engendrar tan distinta prole |
Tigresas, y no hijas, ¿Qué habéis llevado a cabo? A un padre y anciano abnegado, que hasta un oso cautivo lamería en reverencia, habéis vuelto loco, degeneradas, bárbaras |
Sacadle a empujones hasta la puerta, y que encuentre el camino a Dover con la nariz |
Cuando el viejo decae la juventud prospera
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Es el primer libro publicado por Carlos Fuentes.