Han escuchado el refran "Pueblo chico, infierno grande" pues bueno, podría decirse que "
Siete casas vacías" podría ser así. Si bien no se establece que estamos en el mismo lugar, al leer cada uno de los cuentos sientes que es así, como si todo quedara en una misma cuadra, sin existir barreras ni distancia ni siquiera tiempo.
En cada casa sucedía todo y a la vez nada.
Samantha Schweblin tiene la habilidad de usar la cotidianidad como si fuera una historia de terror, pero al final solo se reduce en un absurdo que se siente tan real que hace que un escalofrío te descienda por la espalda y que dejes de sentirte seguro inclusive en tu misma casa. La escritora te muestra que el bien el mal pueden estar un mismo lugar y a veces, inclusive dentro de las mismas cuatro paredes donde sueles sentir que estás a salvo, porque ese espacio que habitas y en el que duermes siempre está ocupado no solo de alegría y de amor, sino también de silencio, de traumas, quebrantos y enfermedad, que si todos dieran voz a esas acciones que suceden allí nadie nunca más volvería a sentirse seguro en ese lugar, pero bueno hay acuerdos tácitos para no contar, para aguantar, para soportar y sobrellevar todos esos sucesos, hasta que un día solo escapas, te llevas tu vida, tus sueños y tus anhelos, buscas un nuevo espacio y fundas una nueva casa con nuevas historias por contar, pero que siempre quedarán ocultas, si la suerte y la fortuna así lo deciden.
Este libro te da la bienvenida al desconcierto, la vergüenza, la desazón, el dolor, el sufrimiento, la muerte, la violencia y lo extraño, pero también, en medio de tanta incertidumbre, te ofrece cuentos con los que, en forma aterradora, podrías Identificarte, así que navega por ellos, siéntelos e inclusive puedes perder la capacidad de respirar, sobre todo con el cuento ubicado en el centro, donde el remordimiento, la culpa y la indiferencia, son el pan de cada día.
La mayoría de las personas le tiene miedo al mundo y a los desconocidos, pero en lo que he caminado en esta tierra y en las historias de vida que he escuchado por mi profesión, deberíamos temer más a los conocidos, inclusive a aquello que llamamos hogar.
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