Si el amor es una isla, yo quiero naufragar en ti
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Si el amor es una isla, yo quiero naufragar en ti
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¿No te parece demasiado castigo estar tan cerca de las estrellas y no poder tocarlas?
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—Luisa... Cierra los ojos, por favor. Me estremecí al escuchar mi nombre seguido de aquella súplica pronunciada con voz dulce. Vacilé antes de obedecer. El fuerte latido de mis pulsaciones marcó cada segundo de espera antes de que notara su cálida respiración en el cuello. —Llevas tres gotas de Endymion, de Penhaligons. Una fusión fresca de cítricos y lavanda que cuando se calienta, como ahora, eleva notas picantes de pimienta negra y almizcle. Un leve suspiro reveló hasta qué punto mi perfume había embriagado sus sentidos. |
El viento se afanaba en ocultar el cielo con una densa cortina de nubes negras, como emocionante preludio a la actuación de Las Leónidas, la famosa lluvia de estrellas que tenía lugar cada otoño por esas fechas. A medianoche, mientras esperaba al señor de Silence Hill, recé para que el mal tiempo no aguase la función o, peor todavía, suspendiera el espectáculo sin correr su oscuro telón. Consciente de que aquella cita era el acontecimiento más emocionante que viviría en Sark, había ocultado que aquel día era mi cumpleaños. Temía que Gaspard o Rahul organizaran una fiesta sorpresa que pudiera alterar mis planes. |
En el amor, nunca entregues más de lo que te ofrecen.
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No se me ocurría mejor plan que un té caliente y una agradable lectura para las frías tardes de invierno
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-Mi padre me dijo una vez que los sueños son como el horizonte. Sabes perfectamente que, cuando te acercas un paso, él retrocede un paso. Das diez, y se aleja diez (...). Nunca alcanzarás el horizonte, pero en eso reside su fuerza y su razón de ser. Porque el horizonte nos sirve para avanzar. Para seguir caminando, igual que los sueños.
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Manolito ...