Crónicas barbitúricas

Hacía tiempo que veía el nombre de Karina Sainz Borgo en las librerías con su novela La hija de la española, de hecho más de una vez la he tenido en las manos, sin embargo, nunca superaba ese filtro sutil pero arrebatador que me hace arrancar los libros de la estantería para llevarlos a casa, en un pálpito cegador y casi siempre certero.

Pero con Crónicas barbitúricas sentí justo esa obligación de polilla sobrecogida por el brillo de una luz desconocida, que arrastraba mi cuerpo de barco a la deriva hacia un puerto seguro.

El libro es el resultado de una pérdida, o quizá de muchas. Perder un país, ganar otra identidad, sentir que ese nuevo hogar repele en vez de sujetar. Con estas crónicas la autora pretendía no perderse, construir una genealogía de los años que lleva en España pero siempre con una mirada hacia el otro lado del mar, a su Venezuela natal.

No me imaginaba que su escritura pudiera ser tan viva, tan poética, metafórica, desgarradora. Karina va guardando como pequeños tesoros esos momentos en los que, ya sea en su trabajo como periodista, o en sus crisis del recuerdo, se convierte en una artesana del instante; de un instante que no nos pertenece pero que nos estruja el corazón porque en todos nosotros late un pequeño asombro al darnos cuenta de que a veces ni somos ni nos hallamos.

Karina es amiga de las frases que remueven y amante de los finales puntiagudos, aquellos en los que solo notas el pinchazo cuando ves la sangre.

Sí que es cierto que en muchas de estas crónicas los temas se repiten, pero quién puede culpar a alguien que se pierde en el bucle de la repetición cuando, si extendiéramos nuestros pensamientos como si fueran un mantel (o un mapa), veríamos, avergonzados, que a modo de un patrón obsesivo, está plagado de las mismas manchas.

He disfrutado tanto de las crónicas en las que hablaba de algunas de sus lecturas, que en mi mente solo cabía una palabra lo suficientemente fuerte para resumirlas: buenísimo. Recomiendo leerla escuchando a Jacqueline du Pre en el Elgar Cello Concerto, un descubrimiento, entre tantos otros que nos regala; como lo ha sido poder leerla.

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