Crónicas barbitúricas de Karina Sainz Borgo
Se ha escrito que la patria es la infancia. Se ha escrito que la patria es la lengua. Mi patria es haber sobrevivido a un proyecto que ni siquiera fue pensado para mí. En ese momento perdí un país, una cultura. Es decir (y resultaría extremadamente penoso intentar explicarlo, porque de algún modo es incomunicable): mi patria es el instante en el que el destino de mi familia ya no tuvo que ver con los proyectos de vida, sino con imperativos de supervivencia, el momento en que se me negó Argentina. O mejor: su posibilidad. La dictadura es el hecho fundamental de mi vida. Mi origen.
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