Auri levantó el cuenco de madera y, debajo, encontró un trozo de pan moreno recién hecho. Contenía salud, y corazón, y calor de hogar. Era precioso, y estaba lleno de invitación. Se lo guardó en el bolsillo.
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Auri levantó el cuenco de madera y, debajo, encontró un trozo de pan moreno recién hecho. Contenía salud, y corazón, y calor de hogar. Era precioso, y estaba lleno de invitación. Se lo guardó en el bolsillo.
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Entonces aguantó la respiración. No oyó voces, ni ruido de cascos, ni gritos. Alzó la vista y vio las estrellas, la luna y unos finos jirones de nube. Contempló el lento remar de aquellas estelas de nube por el cielo, y esperó hasta que taparon el creciente de luna.
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Tomó el camino más rápido, a pesar de que pasaba por Carotillo, con su humedad y su miedo, y el espantoso olor a flores calientes suspendido en el aire.
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Y cuando su mirada pasó por encima del anillo de la mesa, vio que ya no le correspondía estar allí. Podría irse a donde quisiera. Tenía un resonar dorado, y el ámbar que contenía era manso como una tarde de otoño.
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Su corazón se tornó mantecoso y cálido. Foxen volvía a brillar efusivamente, casi radiante.
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Había días orgullosos como el sonido de una trompeta. Como los truenos, traían presagios. Otros eran corteses, educados, como una tarjeta con un mensaje sobre una bandeja de plata. Pero algunos días eran tímidos. No se ponían un nombre. Esperaban a que una niña atenta los encontrara
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Despierto en la oscuridad perfecta sólo se oyó el silencio
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Mira que se tan bonito y estar tan perdido... Estar tan repleto de respuestas, con todo ese conocimiento atrapado dentro. Ser tan precioso y estar dañado.
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¿En que trabaja Kote?