La casa de las magnolias

Cómo puede ser tan grande el poder de las palabras que aunque hayan sido escritas en el pasado pueden modificar el rumbo del presente para siempre.

Todos debemos proteger y mantener siempre presentes nuestras raíces.

No decir en voz alta una verdad que salta a la vista no es mentir.

Bajo la conciencia de que en cualquier instante todo puede desvanecerse, la rutina y los momentos más simples se convierten en una experiencia maravillosa.

Siempre he creído en la importancia del culto a lo vivido, no a lo perdido.

Todos debemos proteger y mantener siempre presentes nuestras raíces, ¿no le parece? Sé que Margarita formula con inocencia la pregunta, pero llega en un momento de mi vida en el que se vuelve especialmente dolorosa. Bajo la vista a la mesa, incapaz de responder. Supongo que, mientras unos luchan por no olvidarlas, otros tratan de descubrirlas.

Para recuperar la paz quiero sanar la herida.

Los árboles que rodeaban la pradera por tres de sus cuatro lados proyectaron sombras enormes e impenetrables sobre la hierba, como espectros mecidos por el viento.

Como si una batalla feroz dentro de uno mismo se enfrentase la luz a la oscuridad, supongo que esa es la lucha interna de cada uno.

Con un rápido movimiento me sequé las lágrimas y volví a asir con fuerza el arma. Ya no aguantaba más, no permitiría que se saliera con la suya. Iba a hacerle pagar muy cara su traición. No la detendría, pensé, sino que le arrebataría lo que más le iba a doler. Aquello que tanto quería.