Una puerta de bronce trata de impedir la llegada de la peste con forma de sombra en esta parábola de la muerte, que lo es y no lo es. ( la parábola). 7 son los brazos del candelabro que iluminan la estancia a 7 vivos y un muerto por la maldita enfermedad. Como ningún ente supra o infrahumano me concedió el don de interpretar a pies juntillas lo que el estadounidense quiso plasmar, y absolutamente convencido de que muchos de quien sí lo hacen parecen ir más fumados que el amigo de los cuervos, daré mi propia versión: Entiendo que Oinos y sus 6 amigos que aún respiran celebran una orgia de cantos, poemas y vino ante la inminente llegada de la muerte. Risas, jolgorio e ironía, bajo el oscuro decorado con el que el autor nos suele envolver, simulan una falsa apariencia, pues se siente el nerviosismo real de los personajes ante la llegada de la parca. El muerto, parece contemplar la animada reunión cuando en realidad, ya está más tieso que un español tras pagar la factura de la luz. A mi, me da la sensación de que su figura es un recuerdo del cercano destino de los vivos. Pero esto es lo que interpreta Pérez...sin opio ni concierto. No es el primer relato donde don Edgar nos habla de la peste, de orgias y aislamientos en castillos, y mucho menos de la sombra como vehículo de la muerte y, a pesar de las semejanzas y de lo recurrente, siempre encuentro matices diferentes, sabores distintos e incluso como es el caso, lirismo. La belleza de lo aterrador. Tengo claro que no lo propondría como animador de fiestas infantiles, pero para zambullirse en el maravilloso mundo del viaje sin retorno, no existe otro mejor. Jodidamente bien escrito. + Leer más |