Myra se preguntó cómo Cicely podía estar tan tranquila ante la idea de olvidar el dolor. Aunque borrado de la superficie de la mente, el dolor estaba ahí, en alguna parte, cortado de forma indeleble en la carne; un pasillo de dolor vacío, sin puertas, sin ventanas. ¡Y que luego te engañen las aguas del Leteo para volver, con toda la inocencia, y concebir un niño tras otro! Era de bárbaros. Era un fraude inventado por los hombres para perpetuar la raza humana; razón suficiente para que una mujer se niegue en redondo a tener hijos.
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