...no había en el pueblo nadie que pudiera enseñar a los niños que la realidad no es solo lo que el ojo ve, lo que el oído oye o lo que la mano puede tocar, sino también lo que está oculto al ojo y al contacto de los dedos, y que se revela a veces, solo un instante, a quien busca con los ojos del espíritu, a quien sabe escuchar con los oídos del alma y tocar con los dedos de la mente.
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