La chica salvaje

Una parte de su corazón anhelaba, la otra se escudaba.

Si alguien entiende la soledad, es la luna.

¿Por qué debía ser el herido, el que aún sangra, quien carga con la responsabilidad del perdón?

Ella se desinfló como una vela que se queda sin viento. Tate era algo más que su primer amor: (...) Era una página del pasado, un recorte pegado a un libro de recortes, era todo lo que tenía. El corazón le latía con fuerza mientras su furia se disipaba.

Pero siguió caminando a su lado. Le había dado una oportunidad al amor, y solo quería llenar los espacios vacíos. Apaciguar la soledad mientras aislaba su corazón.

Él bajó de su barca y le ofreció una mano abierta de largos dedos morenos. Ella dudó; tocar a alguien significaba entregar una parte de su ser, una parte que nunca recuperaría.

La vida la había hecho una experta en machacar los sentimientos hasta dejarlos de un tamaño almacenable.
Pero la soledad tiene brújula propia.

—Necesitas amigas, cariño, porque son para siempre. Sin juramentos. Una camarilla de mujeres es el lugar más tierno y fuerte de la Tierra.

La soledad se hizo más grande de lo que podía contener. Ansiaba la voz, la presencia, el tacto de alguien, pero ansiaba aún más protegerse el corazón.

Necesitar a la gente acababa siendo doloroso.