Era un disparate, sentir que debía cuidarla, y era preocupante empezar a pensar en ella como la única persona capaz de aliviar su alma, de reconfortarlo y darle consuelo con su sola presencia. ¿Y desde cuándo necesitaba él consuelo, para empezar?
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Era un disparate, sentir que debía cuidarla, y era preocupante empezar a pensar en ella como la única persona capaz de aliviar su alma, de reconfortarlo y darle consuelo con su sola presencia. ¿Y desde cuándo necesitaba él consuelo, para empezar?
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La envolvió entre sus brazos y ella enterró el rostro contra el cuello de su chaqueta, sin resistirse lo más mínimo. Así de franca era. Así de transparente en sus anhelos.
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Me respeto yo misma, que es algo que muchos no pueden decir. Si la gente como usted me brinda su desprecio por atreverme a tener sueños y luchar por ellos... Que así sea. ¡Me importa un pimiento!
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Max tenía razón: ella amaba al hombre, no al duque. A ese ser vulnerable, tierno y ocurrente que se escondía detrás de la fachada de poder, arrogancia y seriedad.
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Paige se enfrentaba a la muerte con frecuencia, pero los ojos de un duque en plena posesión de toda su arrogancia ducal podían ser más difíciles de observar con fijeza que el último aliento de vida de un pobre mortal. Le encantaría tener ese poder, esa facultad para conseguir que los demás apartaran la mirada, como tuvo que hacer ella en ese momento.
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Te necesito, Paige. Te echo tanto de menos que me paso el día en mi gabinete, porque allí todavía huele a jazmín. Te amo como no sabía que se podía amar.
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" 𝘓𝘰 ú𝘯𝘪𝘤𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘩𝘦 𝘲𝘶𝘦𝘳𝘪𝘥𝘰 𝘦𝘯 𝘮𝘪 𝘷𝘪𝘥𝘢 𝘦𝘴 𝘦𝘫𝘦𝘳𝘤𝘦𝘳 𝘭𝘢 𝘮𝘦𝘥𝘪𝘤𝘪𝘯𝘢 𝘩𝘰𝘯𝘦𝘴𝘵𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘴𝘪𝘯 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘢𝘥𝘪𝘦 𝘴𝘦 𝘴𝘪𝘦𝘯𝘵𝘢 𝘭𝘦𝘨𝘪𝘵𝘪𝘮𝘢𝘥𝘰 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘵𝘪𝘳𝘢𝘳𝘮𝘦 𝘧𝘳𝘶𝘵𝘢 𝘱𝘰𝘥𝘳𝘪𝘥𝘢 𝘱𝘰𝘳 𝘦𝘭 𝘩𝘦𝘤𝘩𝘰 𝘥𝘦 𝘴𝘦𝘳 𝘮𝘶𝘫𝘦𝘳."
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—Así ha sido siempre, para todos y cada uno de los avances que las mujeres han alcanzado en la medicina —se lamentó la mujer—. Cada logro ha supuesto una importante cantidad de intentos.
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Así es la vida para las jovencitas transgresoras que se atreven a soñar con duques apuestos y extraordinarios, pensó con sencillez. Había tenido más de lo que nunca hubiera llegado a soñar. No era cuestión de fustigarse. Además, la ocupaban preocupaciones mucho mayores que su ajado corazón.
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No sabía si lograría perdonarse a sí mismo, o si ella lo perdonaría alguna vez por lo que le acababa de hacer, pero seducir a Paige había sido una pulsión imperiosa, un pecado irrefrenable. Jamás había necesitado a ninguna mujer como la necesitaba a ella. Nunca se había sentido tan desvalido como esa noche.
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¿Quién es el autor/la autora de Episodios Nacionales?