—Nunca quise buscar a la mujer de mi vida —murmuró acariciándole la oreja con los labios—. Y resulta que ella me encontró a mí.
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—Nunca quise buscar a la mujer de mi vida —murmuró acariciándole la oreja con los labios—. Y resulta que ella me encontró a mí.
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Y pensó que el amor, ahora sí lo sabía, el amor olía a la Provenza. Como una pastilla de jabón de lavanda envuelta en papel de seda.
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Monique, yo no le pido garantías al amor, ni a la vida. No sé qué pasará con nosotros, pero sí sé que cada minuto que sea feliz a su lado habrá merecido la pena.
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—Nunca quise buscar a la mujer de mi vida —murmuró acariciándole la oreja con los labios—. Y resulta que ella me encontró a mí.
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El pasado es recuerdo y el futuro algo que imaginamos, la realidad es el presente.
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No voy a dejar que cometas la misma idiotez que la yaya aquella en la película del Titanic.
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Ojalá algún día supiera explicarle a Monique que nadie aprecia el valor de la alegría si antes no ha conocido el dolor. (…)
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(…) Los hombres eran como las mujeres; sentirse objeto de deseo estaba bien, siempre y cuando no los vieran como un cuerpo y nada más.
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La voz de su conciencia no dejaba de susurrarle que a Peter Pan empezaba a gustarle demasiado Campanilla.
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«Espero compartir más excursiones contigo. Hazme caso, úsalas y no vuelvas a decir que eres un maduro patético. Los hombres y las mujeres no nacemos con fecha de caducidad como los yogures. Caducamos cuando nos da la gana. Sandra».
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¿Quién es el autor/la autora de Episodios Nacionales?