Cuando la idea del bien y el mal desaparece, lo único que queda es la naturaleza y su violencia.
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Cuando la idea del bien y el mal desaparece, lo único que queda es la naturaleza y su violencia.
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"A nadie le gusta contarlo, Becerra, pero el sistema educativo está hecho para domadores de leones, no para maestros"
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Pero Clara, la hija-becerra, no se consideraba nihilista, sino una mujer del trópico con creencias flexibles y certezas plurales, como los políticos -o como aquellas personas con baja autoestima que nunca estaban del todo seguras de lo que pensaban-, y a lo único que oponía una real resistencia era a las creencias de la madre.
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"No me gusta escucharme. Me asusta", le confesó a Fernanda. "A mí no me asusta, pero no tengo nada que decirme y me aburro", comentó Fiorella. "Yo, en cambio, tengo cosas terribles que decirme y me las digo", dijo Annelise con la intención de animar a su amiga.
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Preferían los golpes y los cortes. Las humillaciones. Los pequeños peligros que al menos las dejaban dormir. |
Lo desconocido, decía, obviamente es siempre terrorífico, pero lo horrible, lo que en verdad nos petrifica los órganos, es lo que conocemos a medias; lo que tenemos cerca y, a pesar de ello, somos incapaces de entender.
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Se hablaba a sí misma porque quería y, aunque no era parte de su terapia, había descubierto que existía alguien más malediciente habitándola y compartiendo sus pensamientos; una chica que era ella y, a la vez, no.
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Porque el miedo es una emoción, le dijo evitando sus ojos. Y es la prueba de que lo primitivo nos habita.
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En este mismo momento, en alguna parte del globo terráqueo, hay mujeres a las que se les está cortando el clítoris, niños vendidos, personas estallando en pedazos o ahogándose en el océano, y nada de esto tiene que ver con el mal, sino con la naturaleza humana fracasando en su autodomesticación.
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Te perdono, se dijo sin dejar de correr, pero deseo que sufras.
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Como agua para chocolate