- ¡Atrás! ¡Baje esa arma! Y otros gritaron: - ¡No! ¡No! El señor ejecutó mis movimientos tan deprisa que los ojos del enemigo ni siquiera tuvieron tiempo de reflejar miedo o alarma. No manifestaron terror alguno, tan solo sorpresa pura y simple. |
- ¡Atrás! ¡Baje esa arma! Y otros gritaron: - ¡No! ¡No! El señor ejecutó mis movimientos tan deprisa que los ojos del enemigo ni siquiera tuvieron tiempo de reflejar miedo o alarma. No manifestaron terror alguno, tan solo sorpresa pura y simple. |
Oscuridad completa en aquel lugar y ni un solo reflejo, incluso de la luz más tenue. Ni siquiera el más vago eclipse de luz, porque no había ninguna. La oscuridad en el rostro del abismo antes de la aparición de la luz en el primer día de la creación, y silencio total, ni el más mínimo soplo, ni de inhalación ni de exhalación.
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En mi vida en cuarentena habito siempre en una especie de antesala del crepúsculo, como en un cuadro de Hopper, esa luz débil que se desvanece, la gente moviéndose como maniquíes que apenas parecen respirar, la melancólica tosquedad de un mundo del que no hay escapatoria puesto que el mundo es eso.
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Nuestra verdadera vida es interior e inaccesible a la vista.
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Como a la mayoría de las chicas, le habían enseñado a sonreir desde muy pequeña. Sonríe a tus mayores, a quienes tienen autoridad sobre ti. Sonríe cuando te asustes. Sonríe si no llegas a oir bien lo que te están diciendo. Sonríe para maifestarte dulce, dócil, cooperativa, incomparablemente bien educada, "buena". Sonríe a los hombres.
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Era sorprendente. No salía de mi asombro. Sentí alivio como agua tibia por todo el cuerpo. No ha sido tan malo. Como una vela que alguien apaga. Nunca volveré a tener miedo de morirme.
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En ocasiones le dolía el cuerpo mismo al recordar a sus hijos; al recordar la terrible intimidad del embarazo, el parto y la lactancia que tanto la había definido en los primeros años de matrimonio. Ahora su hijo y su hija la miraban con desconfianza.
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Son considerados los padres de la filosofía occidental: