Cuando los hijos crecen, sólo puedes cruzarte de brazos y dejar que la vida proceda. Pero a fe que sigues preocupándote, bregando, discurriendo...
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Cuando los hijos crecen, sólo puedes cruzarte de brazos y dejar que la vida proceda. Pero a fe que sigues preocupándote, bregando, discurriendo...
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Empezaba a gustarles aquella ciudad y sus habitantes. En las calles, en cuanto el sol asomaba, se olvidaba uno de todas las penas y el alma se aligeraba, sin saber por qué.
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Era mejor callar. Sin embargo, żante quién podía llorar libremente si no era ante ella?
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Un olor a flores y pimienta colmaba el límpido aire de mayo. La gente caminaba sin prisas, se paraba en los escaparates, reía y alzaba la voz; las luces, la música de los cafés, todo se les antojaba un extrańo sueńo.
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żCuál de los siguientes libros fue escrito por Gustave Flaubert?