Las voces de Adriana

"Cuando los hijos empiezan a ser padres de sus padres, ¿comienzan a estar definitivamente solos? La razón le decía que no, pero en el corazón llevaba un desgarro anticipado".

El padre de Adriana ha sufrido un ictus y ella reflexiona sobre su papel respecto a él y sobre la pérdida aún no superada de su madre y de su abuela.

Y lo hará refugiándose en su tesis y en alguna red social de contactos, en la que una puede ser una expectadora o involucrarse, a veces, para vivir algún amor intranscendente que no hará sino acentuar la sensación de estancamiento vital y soledad; y afrontará las pérdidas y su momento actual a través de la visión de una casa familiar que ya no es como la recuerda, que ha perdido profundidad y lugares oscuros, habitaciones cerradas y silencios impuestos, pero que está llena de voces ancestrales; que fue el escenario de todo su universo infantil y que parece existir aún como la reivindicación material de la memoria de sus antepasados. Pero es, más allá de lo material, una gran cadena genética de la que habremos heredado vivencias en contextos diferentes, pero también miedos, responsabilidades, actitudes y temperamento. de repente, sin quererlo, he pasado a un plural que como lectora me involucra, porque es imposible que no exista un proceso de identificación: somos casas habitadas.

Todos, finalmente, como Adriana, convivimos con esos fantasmas, con esas voces interiores que nos habitan, y nos hablan y nos cuentan; a las que es difícil dotar de un lenguaje propio porque éste ya es el nuestro. ¿Qué hacer con esa tremenda carga genética que nos matiza y nos condiciona?, ¿Cómo reivindicar esa memoria en nosotros mismos?, ¿Cómo afrontar esas durísimas pérdidas vitales?

Dividida en tres bloques, El padre, La casa y Las Voces, no parece una lectura fácil ni por su estructura ni por su carga reflexiva. Pero cuando llegamos a "Las voces", en las que Adriana, su madre y su abuela, éstas últimas enfrentadas a hechos trágicos, nos cuentan su experiencia y sus vivencias en primera persona, estamos, sin lugar a dudas, ante un escritora de altísimo nivel y las páginas huelen a gran literatura, dejando un importante poso emocional.

Queda una sensación agridulce: quizá con una estructura narrativa más convencional hubiera disfrutado más de su lectura. Pero esta es la decisión y la propuesta de la autora, considerada ya una de las voces más interesantes de la literatura española a la que intentaremos seguir en sus siguientes publicaciones.

#Entre Libros.

«Cuando los hijos empiezan a ser padres de sus padres, ¿comienzan a estar definitivamente solos? La razón le decía que no, pero en el corazón llevaba un desgarro anticipado»
 
¿Podemos ser huérfanos a los cincuenta años? La sociedad no lo ve bien, cuando lo dices te miran de reojillo y, es más, te limitan el tiempo de duelo, como si fuera sencillo pasar página. Cada uno reorganiza sus emociones como puede y creo que superar la muerte de los que nos acompañaron desde nuestro nacimiento, que nos enseñaron a hablar, a andar, a montar en bici, que nos curaron las primeras heridas, aquellos que siempre estuvieron sin esperar nada a cambio, cuesta y mucho. Decía una compañera que es la última enseñanza que nos ofrecen, aprender a vivir sin ellos.
 
«¿Qué sabe nadie lo que conviene a los demás?»
 
La madre de Adriana murió, pero le quedaba su padre, sin ser consciente de ello, se agarró a ese lazo para no reconocer la ausencia del otro, pero con el ictus de su padre, algo dentro de ella se rompe, una sensación de ausencia, sin serlo, la sobresalta. Una novela que habla de la familia y la perdida, y todo lo que lleva relacionado, la herencia, las relaciones personales y los conflictos internos.
 
Una novela que dependiendo del estado de ánimo abre más o menos brecha.

A veces te encuentras con lecturas de las que te cuesta mucho hablar de ellas, que es difícil sintetizar lo que has sentido y más difícil todavía intentar explicar lo que pasa sin desvelar poco o nada de la trama. Eso es lo que me ha pasado con mi debut con la escritora Elvira Navarro, una de esas autoras que tenía pendiente de leer y que ha llegado su momento con su reciente novela «Las voces de Adriana» editada por Random House.

Al padre de nuestra protagonista, Adriana, le ha dado un ictus. Tras la muerte de su abuela y de su madre Adriana afronta los duelos y se da cuenta de que su familia va a desaparecer y se plantea algunas preguntas ¿Cómo se reordena el mundo tras una muerte? ¿Cuánto hay en toda existencia de reparación de quienes le precedieron? ¿Qué voces nos habitan? Adriana se convierte también en espectadora de las vidas de los demás a través de las redes sociales e incluso intenta conocer a futuros amantes a través de una app de citas. La casa en la que una vez habitó se convierte en el epicentro de sus reflexiones acerca del pasado y de toda una vida.

«Las voces de Adriana» es una novela que ahonda en algo a lo que todos nos tenemos que enfrentar en algún momento: la pérdida de los seres queridos. Es un viaje hacia el pasado y también hacia el futuro, quienes somos o quienes seremos cuando las personas a las que amamos desaparezcan para siempre.

Adriana intenta que su padre lleve la mejor vida posible tras sufrir el ictus, una vida con comodidades que no siempre son del agrado de su progenitor. Sufrimos con ella y conseguimos empatizar a través de las reflexiones que inundan este libro y lo salpican de realidad. Una novela muy intimista donde asistimos en primera persona al diálogo que Adriana mantiene consigo misma.

También la autora nos lleva a conocer el pasado de una vida y lo hace usando como eje central la casa. Una casa donde habitaron las personas y donde ahora Adriana escucha sus voces. En esta parte de la novela destacaría el estilo narrativo con el que la autora nos va introduciendo en esa casa, con el que consigue que los lectores sintamos casi lo mismo que la protagonista.

En definitiva, «Las voces de Adriana» creo que es una novela tan real, tan llena de sentimientos, tan dura como la vida en la que estoy segura de que muchos lectores se verán reflejados. Una trama que ahonda en la muerte, el duelo, la enfermedad, la familia, el rol de los cuidadores, la relación entre padres e hijos…todo ello en poco más de 140 páginas que seguro te toca el corazoncito en más de una ocasión.

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Poco tengo que decir de esta novela de las que tantas críticas he leído últimamente por aquí. Esta vez, nado un poco en contra de la corriente... Me explico: está dividida en tres partes diferenciadas, en cada una de ellas el foco está centrado en aspectos muy distintos, con lo que es fácil sentirse más atraída por una parte que por otra.

En la primera de ellas, habla del cuidado del padre dependiente. Es la que más me interesaba, y en la que he encontrado aspectos muy interesantes y certeros, aunque también creo que hacía el final aligera mucho, quizá culpa mía, buscaba más profundidad en lo que supone esta circunstancia, y Elvira quería/debía contar otras cosas para dar paso a la segunda parte.

En la última parte demuestra un gran talento en el manejo de las distintas voces que conforman, por no hacer mucho spoiler, su personalidad. Porque todas llevamos dentro semillas plantadas desde hace años...

Aquí tenemos una novela dividida en tres partes, las cuales, carecen por completo de diálogos y de capítulos.
La primera, introductoria, gira entorno a los pensamientos, preguntas y algunas respuestas en forma de pregunta de Adriana y sobre la relación con su padre. Extraña y diferente. Quizás no la relación pero sí el padre.
La segunda parte es más de lo mismo con la inclusión de más trama y más personajes. Además de que aquí se trata más la relación con su madre y el duelo. Todo ello regado siempre por las redes sociales y el avance tecnológico del cual se carecía en otras épocas. También de lo antisociales y retraídos que nos tornamos a medida que avanzamos en ellas, a medida que pasan los años.
Una tercera parte que me ha desconcertado en la que, a modo de entrevista sin preguntas, encontramos una especie de resumen de la vida de tres mujeres en tres épocas diferentes. La misma línea familiar vista y vivida por diferentes puntos de vista y diferentes actitudes. En las tres parece que solamente haya como enlace la sangre puesto que en carácter, creencias y pensamientos, difieren en demasía.
Un libro en el que si te sumerges, no cuentes con una lectura fácil lo cual parece debido a su extensión pero en absoluto.