Un muerto vale más que un vivo asqueado de la vida
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Un muerto vale más que un vivo asqueado de la vida
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Bien sabes que haces perder el juicio, bien sabes que ahogas, sabes que el que te ha tocado sufrirá, sabes que morirá con tus sonrisas, con el perfume de tus flores, al contacto de tus voluptuosidades; por eso te entregas con tanta suavidad, por eso tu sonrisa es tan dulce, tus flores tan frescas, por eso pones tan suavamente tu brazo sobre nuestros hombros.
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La música tierna y voluptuosa del vals parecía surgir de sus labios, mientras su cabeza, engalanada con espesos cabellos negros trenzados, caía hacia atrás, como si su cuello fuera demasiado débil para sostenerla.
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Bastaba que un pensamiento fuera extraordinario, que repugnase al sentido común, para que, de inmediato, me erigiera en su campeón, aún a riesgo de manifestar los sentimientos más vituperables.
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Mientras mi amada me fue fiel, las más fuertes seducciones y los razonamientos más perversos hubieran quedado sin efecto, si un día me hubieran propuesto convertirme en libertino. Una cortesana me parecía un ser deforme. Pero, de repente? Mi amada, a la que adoraba religiosamente, se había convertido en una cortesana para mí; así pues cuando creía huir del libertinaje en un santuario impenetrable, en realidad era el libertinaje el que se estrechaba entre mis brazos.
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Un mes después (del parto), la encontramos en las Tullerías, en el baile, en la ópera; su hijo está en Chaillot, en Auxerre; su marido, en el lupanar. Diez jóvenes le hablan de amor, de afecto, de simpatía, de besos eternos, de todo lo que ella tiene en el corazon. Escoge a uno, lo estrecha entre sus brazos; él la deshonra, da media vuelta y se va a la Bolsa. Ahora ya está lanzada; llora una noche y se percata que las lagrimas enrojecen sus ojos. Escoge a otro que la consuele; de la pérdida de este segundo, otro la consuela; así hasta los treinta años, o más. Es entonces cuando, desengañada y gangrenada, no teniendo de humano ni siquiera el hastío, encuentra una tarde a un hermoso adolescente de cabello negro, su juventud, recuerda lo que ha sufrido, y, devolviéndole la lección, le enseña a no amar nunca.
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Una precoz experiencia le había provocado calvicie antes de hira; conocía la vida y había llorado en otro tiempo, pero su dolor le había acorazado; era materialista y esperaba la muerte.
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¡Tú, amar a otra que no sea yo!, ¡dos seres que se quieren, que se besan, y no somos tú y yo!, ¿cómo es posible?, ¿te has vuelto loco?
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Es muy agradable creerse desgraciado cuando sólo se está vacío y aburrido
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Se entregaron (los hombres) al vino y a las cortesanas. Los estudiantes y los artistas los imitaron; el amor se trataba como la gloria y la religión; se trataba de una ilusión antigua.
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¿Cuál de los siguientes libros fue escrito por Gustave Flaubert?