¡Tierra, tierra!

No todos los escritores, por muy talentosos que sean, son capaces de ejercer bien el oficio de historiadores o testigos de su época. El húngaro Sándor Márai retrató dos de las etapas más terribles de la historia europea en el siglo XX en sendos libros, ambos muy destacables. El segundo de ellos es ¡Tierra, Tierra! (1972), una sobrecogedora visión de lo que significó para Hungría la Segunda Guerra Mundial y la postguerra.

Cronológicamente, estas memorias se centran en el periodo comprendido entre 1944 y 1948. En las primeras páginas, el autor evoca algunas reuniones familiares durante el periodo de ocupación nazi, cuando algunos de sus parientes le reprochan no entusiasmarse con la nueva era de prosperidad que representa el III Reich.

Mientras los seguidores de Szálaszi, el títere que Hitler ha colocado en el gobierno, se dejan seducir por el sueño de recuperar el imperio y su vieja gloria, a Márai lo único que le importa es que sus obras han sido prohibidas y censuradas por ser consideradas subversivas. Él está viviendo la pesadilla de ser un escritor al que le han prohibido escribir.

Sin embargo, tras la derrota nazi llegan los rusos. Los «liberadores» aparecen un buen día y se instalan en las casas de los liberados, despojándoles de todo lo que de valor encuentran. No hay lugar para la protesta: es el derecho de conquista, el botín del vencedor.

Al menos en el caso particular de Márai y su familia, este atropello no estuvo acompañado de rudeza ni de violencia. al ser preguntado por su oficio, él simplemente responde «escritor», lo cual parece causar en los soldados rusos una fuerte impresión. A partir de ese momento, el saqueo se lleva a cabo igualmente, aunque de una forma educada.

Hay que sobrevivir. Sándor Márai intenta ejercer su profesión, ahora que ya no están los nazis que le condenaron al ostracismo. Pero en un país arrasado por la guerra donde las carencias son tan grandes, hay muy pocas oportunidades para un intelectual.

Impotente, asiste al lento pero imparable proceso de invasión disimulada de su país por parte de la Unión Soviética: el desmantelamiento de las instituciones nacionales, la confiscación de las fábricas, la detención y encarcelamiento de todo aquel que se atreve a discrepar… Parece evidente que en este escenario no hay lugar para quien aspira a vivir en libertad.

En la etapa nazi a Sándor Márai le habían prohibido escribir. Ahora los comunistas, los nuevos dueños del país, le obligan a escribir al dictado: le dicen qué debe decir y cómo debe hacerlo. Desde el punto de vista soviético, ¿para qué otra cosa puede servir un escritor, sino para propagar la única doctrina válida? Completamente desolado, el escritor comprende que no hay futuro para él en Hungría. Todos sus esfuerzos deben centrarse en un solo objetivo: abandonar su patria.

¡Tierra, Tierra! es un libro escrito con un equilibrio y una elegancia exquisitas. No es un ajuste de cuentas. Puede que la frustración y la rabia ya se hubieran atenuado con el paso de los años, dado que la obra fue escrita tres décadas después de los sucesos que se narran.

Este es uno de esos libros que le dejan a uno un poso de tristeza cuando llega al final. Sin embargo, es una lectura de gran interés, y no necesariamente sólo para los aficionados a la historia. al fin y al cabo, las circunstancias políticas y sociales de la época son también el escenario sobre el que el autor expone sus sentimientos, sus experiencias y sus reflexiones. El relato de una tragedia, nacional y personal, que en ocasiones el lector llega a sentir casi como propia.
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