Ana de Tejas Verdes

Hay tanto campo para la imaginación.

Hay un montón de Anas distintas dentro de mí. Algunas veces pienso que esa es la razón de que yo sea una persona tan cargante. Si fuera siempre una sola Ana, sería mucho más cómodo, pero también muchísimo menos interesante.

En cuanto se consigue un objetivo, se ve otro brillando todavía más alto. Hace que la vida sea muy interesante.

La señora Lynde dice, «si no puedes estar alegre, sé tan alegre como puedas».

Eso es lo peor de crecer y estoy empezando a darme cuenta. Las cosas que se desean cuando se es niño no son ni la mitad de hermosas cuando las consigues.

—Pones demasiado corazón en las cosas, Ana —suspiró Marilla—. Me temo que te esperan muchas decepciones en la vida.
—Oh, Marilla, pensar en lo que va a pasar es la mitad del placer —exclamó Ana—. Puede que no consigas las cosas, pero nada puede arrebatarte el placer de haberlas disfrutado pensando en ellas. La señora Lynde dice: «Benditos aquellos que no esperan nada porque no serán defraudados». Pero yo creo que sería peor no esperar nada a quedar defraudado.

—Solamente eres Ana la de Tejas Verdes —se dijo muy seria—, y te veo tal y como eres ahora, aunque imagines que eres Lady Cordelia. Es un millón de veces mejor ser Ana la de Tejas Verdes que Ana la de ninguna parte. ¿O no?

«Mi vida es un cementerio perfecto de esperanzas enterradas». Esta frase la leí en un libro una vez, y me la repito para consolarme cuando estoy desilusionada por algo.

Pero lo peor de imaginar cosas agradables es que llega un momento en que tienes que parar, y entonces duele.

Podía quedarse callada, era evidente, con tanta energía como cuando hablaba.