La muerte de un viajante

Esta obra se ha convertido en un clásico del teatro norteamericano del siglo XX y creo que no dejará de tener vigencia por como buena parte de la sociedad se comporta

Nos recrea una familia que siempre está construyendo castillos en el aire, teniendo ideas sin llevarlas a cabo o viendo quien puede darles la aportunidad de un buen trabajo, cuando jamás se han esforzado en prepararse, estudiar o trabajar dignamente, al contrario!!!
Una crítica social a quienes esperan un golpe de suerte, buscando "el enchufe", menospreciando los logros ajenos conseguidos con dedicación y estudio, tildándolo de "suerte" y los reveses siempre será por culpa de los demás, sin ser capaces de ver las carencias propias; las apariencias por encima de todo y adular los logros más banales engrandeciéndolos como si fuesen excepcionales, educar a los hijos en la adulación nunca traerá nada bueno, si no se les enseña que sin esfuerzo no habrá recompensa...

Una obra donde los diálogos superpuestos estresan y logran una sensación agónica; muy visuales también las escenas con cambios de luces y primeros planos del escenario

Claro que siempre existirá quien a pesar de todo tendrá el camino andado

Esta obra de teatro esconde secretos familiares que solo ahondando en su historia se pueden descubrir. Partimos de Willy, el padre de familia, comercial viajante durante toda su vida. A punto de jubilarse, sus recuerdos se confunden con la realidad. Su mujer Linda, por su parte, le adora. Además, sus hijos Happy y Biff siempre le han venerado. Ante esta estampa hogareña calculadamente perfecta, todas las alarmas se encienden. Porque la perfección no existe, ni siquiera en literatura.

Además de estos, aparecen más personajes, algunos con más o menos papel en la obra, pero todos de gran importancia para poder seguir la historia. Llama mucho la atención cómo en una obra de tan solo dos actos, no demasiado largos por cierto, se profundice tanto en la personalidad de los personajes.

Me han gustado bastante los cambios de lugar, de la casa al hotel o al restaurante, descritos con los cambios de escenario que muchas de las veces son realizados por los propios actores. Las luces juegan también un papel importante en la obra, y nos ayudan a entender que una escena está terminando y otra está a punto de empezar.

Los diálogos no resultan monótonos, ya que hay mucha acción entre ellos. Las descripciones que los acompañan son reveladoras en algunos puntos, interesantes en la mayoría de ellos. Hay pocos monólogos, pero alguno me ha parecido un poco tedioso, quizá porque el personaje daba vueltas sobre el mismo tema durante todo el tiempo.

Esta es una obra muy recomendable para leer, pero que ya estoy pensando en ver en el teatro en unos meses cuando la estrenen, de nuevo obviamente, en mi ciudad.

La historia sucede en su totalidad en la casa de Willy Loman, el comerciante. Allí viven su esposa Linda, su hijo mayor Biff y su hijo menor Happy. Willy ha trabajado para la misma empresa desde hace décadas, pero ahora está viejo y el jefe lo ha dejado sin trabajo, ahora que casi le falta poco para terminar de pagar la hipoteca y algunas deudas. Estas no son las únicas preocupaciones de Willy, su hijo Biff tiene 35 años y todavía no ha asentado cabeza, como si fuera poco, su relación con él no es muy buena. Todo esto le está pasando factura al comerciante -más algo que le carcome la conciencia- y su esposa está preocupada, desde hace un tiempo que está actuando de forma errática, hasta ha tenido un accidente automovilístico.
En un principio te descoloca cuando hay flashbacks o alucinaciones del protagonista, pero a medida que te vas adentrando más en la historia te acostumbrás a diferenciar una de otra. Me parece genial lo que logra Miller con este recurso, hace que el lector esté perdido al igual que el protagonista.

A rasgos generales, la historia va sobre el sueño americano básicamente, cómo la clase trabajadora anhela un mejor estatus social, una mejor vida para su familia, también sobre el consumismo y la búsqueda de la aprobación de los demás. No solo eso, sino también cómo los padres quieren para sus hijos lo que ellos no tuvieron, entonces estos tienen esa carga de cumplir con las expectativas de los demás (de Willy en este caso) y cuando fallan sienten que ya no valen nada en la vida.

Una historia trágica sobre una familia disfuncional, sueños rotos y enfermedades mentales. Te deja reflexionando en muchas cuestiones también.

La obra relata las últimas veinticuatro horas en la vida de un viajante de sesenta y tres años llamado Willy Loman, con un magistral retrato de unos personajes que son portavoces de una época en una atmósfera onírica, inquietante y emotiva. Miller lanza una crítica al modelo educativo y la cultura del éxito americano, al sueño americano.

La obra presenta a un padre obsesionado con el éxito y el dinero, que se evade de una realidad de fracasos continuos; unos hijos con unos valores opresores, convertidos en fracasados y una madre que se deja ningunear por su delirante marido y que prefiere apartar a sus hijos antes que aceptar los fallos de su marido.

A mí personalmente me ponían de los nervios todos los personajes, porque no podían hacer nada a derechas entre todos, negando continuamente la realidad y sin escuchar al resto. Cada uno está ensimismado en su posición y no escucha ni intenta entender a los demás.

“Le veré por la mañana. Tendré una buena charla con él. le conseguiré un puesto de vendedor. Podría tener éxito en un abrir y cerrar de ojos. ¡Dios mío! ¿Recuerdas cómo le seguían en el instituto? Cuando le sonreía a una, a la chica se le iluminaba la cara. Cuando iba por la calle…” ~ Muerte de un viajante de Arthur Miller.

Obra de teatro en dos actos que tiene una manera de describir las puestas en escena y los cambios de situaciones que me ha encantado. La historia te deja con un mal sabor de boca y el cuerpo encogido por cuando narra la situación de una familia (matrimonio y dos hijos mayores) ante la pérdida del trabajo del padre con más de sesenta años.

No quiero entrar mucho en contar de qué va la historia, más allá de esa gran pincelada, porque lo importante está en los detalles; en esa situación claustrofóbica que va en aumento, en unos diálogos que te generan unos sentimientos que te dan ganas de dar un puñetazo en la mesa y gritar "a callar todo el mundo".

Leído y comentado con mis compañeras de #clasicosflash de quienes dejo sus reseñas en historias. ¡¡Leedlas!! Es un buen plan.

Trata de la que se podría clasificar como una familia media estadounidense de mediados del siglo XX. Poco a poco, el autor nos va descubriendo los grises de cada uno de ellos: un padre obsesionado hasta lo patológico con el éxito y el dinero, que solo sabe ser feliz cuando se evade de una realidad de fracasos continuos; unos hijos que han nacido, en consecuencia, con unos valores opresores, convertidos en fracasados desde que empezaron a recibir una educación que enfrenta al triunfador con el perdedor (el 'loser' del inglés, con una connotación mucho más fuerte de estigma en EEUU que para nosotros. Aquellos que no merecen nada porque no han conseguido 'nada'); y una madre que se deja ningunear, pisar por la enajenación de un cabeza de familia delirante, un cero a la izquierda, tan dependiente que prefiere apartar a sus hijos antes que aceptar la locura y los fallos de su marido.
Frente a ellos, una serie de personajes responsables: niños estudiosos, adultos solidarios, buenas personas con unos ideales radicalmente opuestos que han encontrado un digno lugar en la vida y que, aun así, no son capaces de hacerle entender al protagonista los errores de la suya.

Una crítica brutal al modelo educativo y la idiosincrasia de la cultura del éxito americano, una crítica brutal al sueño americano y una crítica brutal a EEUU.
Hay que leerlo. Muy recomendable.

Teatro de golpe bajo. Las miserias del capitalismo tardío son muy dolorosas. Miller en esta tragedia se permite explorar todos los corolarios de esas miserias. Su recurso fundamental es la empatía, la compasión en carne viva. En Estados Unidos de Norteamérica, hacia fines de la década de 1940, un viajante abnegado pero poco lúcido, su mujer y sus hijos, forman parte del engranaje más insignificante de la maquinaria del capital. Son reemplazables. La muerte del viajante que anuncia el título pienso que puede ser entendida desde el interior de la ideología neoliberal como mala suerte, falta de voluntad, poca competitividad, insuficiente confianza emersoniana en uno mismo. Si esta tragedia se piensa desde otro punto de vista, me parece que se trata de una pieza de teatro poco lúcida y sensacionalista. Su amarillismo viene del pulso desmedido de la emoción, la culpa, el odio y el amor. La relación entre padre e hijos, madre e hijos, esposo y esposa, todo recibe un tratamiento ferozmente sensible, busca la empatía y la compasión de la peor manera, usa el golpe bajo. Es también poco lúcida porque no se permite pensar los axiomas, sólo trabaja los corolarios. Los personajes en esta obra son artífices de la ideología que los usa y descarta. Las víctimas no se reconocen como ejecutores de su propia desgracia, simplemente se lamentan por no estar a la altura de eso que toman como cierto sin crítica. La reflexión que promueve este dolor trágico se queda en el interior del domo clausurado del inhumano neocapitalismo del siglo XX. Es asfixiante, pero no por el dolor sino por la poca inteligencia con que se atacan los esquemas de su identidad individual, colectiva, económica, política y social. Pienso que Miller era un genio de los climas teatrales. Esta obra, sin embargo, empuja a una compasión rara, es una obra timorata en mi opinión. La intuición de lo que realmente mató al viajante no forma parte de la tragedia, la obra misma repele esa comprensión. ¿Por qué el macarthismo persiguió a Miller? Creo que la sed de sangre de los políticos de turno y la cobardía de Elia Kazan -quien lo señaló como simpatizante de políticas sospechosas- fueron suficientes para que la comisión de la caza de brujas salga a buscarlo. La presa no pensaba realmente distinto que sus cazadores, me parece.