Cinder: Las crónicas lunares, 1

El emperador había perdido tanto peso en la semana que su figura parecía más de un maniquí que la de un hombre. Su padre ya no estaba ahí. Era incapaz de protegerlo. Incapaz de darle consejo.

iban a escapar juntas, como siempre dijeron que lo harían

Pronto, todo el mundo buscaría a Linh Cinder.
Una ciborg deforme a la que le faltaba el pie.
Una lunar con una identidad robada.
Una mecánica sin nadie a quién acudir, sin un sitio a donde ir.
Pero sólo buscarían un fantasma.

No tenía la culpa de que él se hubiera sentido atraído por ella.
No tenía la culpa de ser una ciborg.
No pediría disculpas.

Sin embargo, si algo sabía después de los años que llevaba trabajando de mecánica era que algunas manchas nunca se iban.

—Espero que hayáis comprendido que sé decidir que batalla me conviene librar. —[...]—Si con ello gano la guerra.

La desesperación había desaparecido. Por un brevísimo instante olvidó la verdadera intención de su precipitada acción y se descubrió besándolo única y exclusivamente por que quería besarlo

Hasta en el futuro, la historia comienza con un Érase una vez

—No más "Su alteza". Ya tengo bastante de eso.. todos los días. Tu puedes decirme simplemente Kai.
—No, eso no sería..
—No hagas que te lo pida como una orden imperial.

—Asi que todavía soy una prisionera. Aunque ahora, una prisionera valiosa.