El Músico de la Lluvia

Adriana es una compositora neoyorquina que vive por y para la música. Nunca ha tenido una estrecha relación con su padre, José, pero un reciente acercamiento entre ellos junto a la necesidad de ambos de viajar durante un verano hasta Valldemosa, en Mallorca, la animará a alojarse con él en la casa de un íntimo amigo de este, Santiago, un reputado escritor al que José, psiquiatra de profesión, brindará sus conocimientos para una novela que está escribiendo.

Una vez en la isla padre e hija aprovecharán para conocerse un poco mejor y estrechar lazos. Adriana se ha desplazado a la isla para impartir unos cursos de música durante el verano; José, por su parte, aprovechará para descansar y ayudar a Santiago en cuestiones relacionadas con su nueva novela. Un diario de un monje que está estudiando Santiago, y que decide compartir con José, nos llevará hasta Bartolomé, un personaje a través del que conoceremos de cerca la vida de los cartujos muchos años atrás, mientras que en el hilo actual se desarrolla una trama intimista en la que estos tres personajes experimentarán una metamorfosis.

Imagen relacionadaEl músico de la lluvia es una novela en la que distinguimos dos partes que apenas tienen relación entre sí y en la que se irán alternando capítulos encabezados por el nombre de sus protagonistas. En la primera parte, el hilo que se desenvuelve en la actualidad, se nos presenta la historia de Adriana, José, Santiago y una subtrama dedicada al diario de Bartolomé. En la segunda, nos remontamos hasta el invierno de 1838, fecha en que llegaron a Valldemosa dos personajes singulares: la escritora Amantine Aurore Lucille, más conocida por el seudónimo de George Sand y el célebre pianista Fréderic Chopin. Y será precisamente esta la historia la que, a medida que la he dejado reposar un tiempo, más me ha satisfecho.

No es El músico de la lluvia una lectura de ritmo vertiginoso ni de grandes acciones por lo que no la recomendaría a aquellos que esperen encontrar una en ella una historia trepidante. Estamos ante una novela de lectura pausada con algunos valles en la que existen dos partes bien diferenciadas con un pequeño nexo de unión. Incluso diría que el encanto de la novela reside más en la fuerza de sus personajes y en la prosa de la autora que en cualquier otra cosa.

Tengo que reconocer que he echado de menos cierta garra en la historia, esa que te pega al libro y no te suelta, pero no es menos cierto que, tras un poso, la considero una lectura interesante, más si indagamos un poco en la vida de George Sand y de Chopin, porque precisamente en este punto es en el que nos damos cuenta del buen hacer de la autora, que ha aprovechado para novelar un episodio de la biografía de estos dos célebres personajes.

Me ha gustado conocer estos personajes, cómo era la vida de los cartujos y me ha agradado especialmente Aurore o Lucille o George Sand y sus pantalones, no solo los que usaba como prenda de vestir sino los que imaginamos en su carácter porque hay que reconocer que fue una mujer transgresora, muy adelantada a su época y que se puso el mundo por montera. También saber tantos otros matices y curiosidades sobre Chopin y la historia que ambos vivieron en la isla.

Mar nos deja un texto plagado de frases para enmarcar y reflexionar en esta novela en la que el lector disfruta siempre con esa narración tan personal. Y aunque es mi primera vez con la autora, tiene una prosa poco común por deliciosa y detallista. Quizá por ello, aunque no sea esta una novela que impacte como Azul Vermeer, cuyo ejemplar ya aguarda en mi estantería, tengo claro que seguiré su pista en próximas publicaciones.
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