Aprendí que si la vida me daba miles de razones para llorar, yo le iba a demostrar que tenía miles de razones para sonreír. Sé que en ocasiones sonreír cuando no apetece no es fácil, pero hay que hacerlo. Hay que superarse y dejarles claro a los problemas, a las angustias y a las adversidades que uno está aquí para vivir y superarse, y no para sufrir.
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