"Es una voluntad superviviente tan poderosa que es capaz de usar su poder para dominar a las demás entidades supervivientes de la casa"
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"Es una voluntad superviviente tan poderosa que es capaz de usar su poder para dominar a las demás entidades supervivientes de la casa"
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Resultaba extraño que aquella casa fuera el lugar en donde habían empezado sus miedos y, a la vez, el lugar en donde había recuperado su confianza.
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Cerró los ojos. Los fantasmas no existen, intentó convencerse a sí misma. Nadie me está mirando. Los fantasmas no existen. Padre nuestro que estás en los cielos, los fantasmas no existen.
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El ego subliminal: esa vasta y oculta extensión de la personalidad humana que, al igual que un iceberg, forma parte del supuesto umbral de la conciencia. Ahí es donde radica la fascinación.
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La peor casa encantada del mundo le daba menos miedo que estar sola.
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La oscuridad le invadía la mente, borrando su conciencia.
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Gritó cuando su cuerpo sufrió una violenta sacudida. Se le cayó el anillo de las manos y oyó que rebotaba sobre la moqueta, muy abajo. Tenía la impresión de encontrarse herida, perdida en una inmensa caverna. No podía percibir las paredes ni el techo; mirara donde mirara, sólo veía oscuridad. Intentó abrir los ojos, pero no pudo. La oscuridad le invadía la mente, borrando su conciencia. El poder, pensó. Querido Dios, el poder. Empezó a deslizarse por un foso gigantesco, descendiendo hacia una oscuridad mucho más negra de lo que creía posible. Intentó detenerse, pero no pudo. La sensación era física: su cuerpo se deslizaba por unas paredes que eran lo bastante adherentes como para impedir que cayera, pero no lo bastante como para detener su inexorable descenso hacia las tinieblas. La oscuridad que le esperaba tenía carácter, personalidad. Es él, pensó. Está esperándome. Oh, Dios. ¡Está esperándome! |
Es un cuerpo creado a partir de la unión de distintas partes de cadáveres diseccionados, escrito por Mary Shelley a partir del reto literario de Lord Byron.