Apretar el celofán del envoltorio de los chocolatines Jack, para tratar de adivinar cuál era el muñequito de traía de regalo.
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Apretar el celofán del envoltorio de los chocolatines Jack, para tratar de adivinar cuál era el muñequito de traía de regalo.
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Día de la madre. Mi papá compra de regalo una cafetera Atma. Mi mamá se enfurece: dice que eso no es un regalo para ella, dado que él también toma café. Discuten fuertemente. |
La noticia de que los sifones de soda podían llegar a explotar.
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El primer álbum de figuritas que pude completar. El premio: una pelota número cinco, de cuero. Regreso a casa, con la pelota, después de haber hecho el canje. La sensación de que habría preferido quedarme con ese objeto único, tal vez irrepetible, imposible de comprar: un álbum lleno. |
Chupar los confites Sugus hasta hacer que la cobertura se ablandara. Contenerse, no morderlos antes.
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Una discusión perdida. Mi papá me retó por decir malas palabras en la calle, mientras jugaba a la pelota, y yo alegué que “orto” significaba “suerte” y no era ninguna mala palabra.
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“No me gusta lo que vi”, dijo mi abuela Dina, una vez que presenció cómo mi papá me daba una paliza.
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Mi perra se llamaba Yenny. El perro de la vuelta montó a Yenny, o se montó en Yenny, y la preñó. Yo no lo vi, mi mamá lo contaba, entre risas. |
Mi papá a veces ponía música y tocaba el bongó. Mi mamá protestaba. “Él descarga tensiones”, decía, “pero yo cargo”. Si repetía la frase, mi papá apagaba la música, dejaba el bongó y se encerraba en su habitación, en general dando un portazo. |
A veces la profesora de guitarra se ponía a tocar y cantar muy bien la misma canción que yo acababa de tocar y cantar muy mal. Yo sentía mucha culpa. Ahora pienso que lo hacía a modo de desagravio.
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