Lo que más me fastidia es que he venido hasta aquí, estoy haciendo todo lo que he soñado, y, aun así, me siento sola. Estoy triste. Es una mierda
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Lo que más me fastidia es que he venido hasta aquí, estoy haciendo todo lo que he soñado, y, aun así, me siento sola. Estoy triste. Es una mierda
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Comprendí, tumbado en la cama, con la chica que amaba sujeta entre mis brazos, que ella y yo habíamos estado destinados a encontrarnos. Estábamos destinados a estar juntos. Sarah me había enseñado lo que significaba la palabra amor.
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—Me duele que sientas que tus necesidades y deseos no son válidos, porque los son. Más que los de nadie. Ojalá te dieses cuenta de eso. Voy a ayudarte a que lo hagas, porque no tienes que estar solo en esto. Porque me tienes a tu lado para lo que necesites. Pero, Matt, siento decirte que es una cosa que deberías hacer, porque si no vas a estar el resto de la vida lamentándote, cuando descubras que estás viviendo una vida que no es la tuya, que no es lo que quieres —le dije poniendo mi mano libre sobre su cara—. Estoy a tu lado para todo lo que necesites.
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Era indescriptible tener su apoyo. Hacía que no me sintiera sola en el mundo. Me hacía no perder la esperanza de que la familia te quería por lo que eras y no por lo que querían que fueras. Aunque, si no te querían de esa manera, lo mejor era que no estuvieran a tu lado.
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—Apaga ese sonido del infierno
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Estaba en el puto paraíso. No me faltaba nada. Me sentía pleno. Todo lo que quería y necesitaba estaba en ese sofá junto a mí.
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—¿Qué tal cocinas? —le pregunté para seguir la conversación. —Digamos que nunca he hecho nada que sea remotamente comestible —respondió sonriendo de oreja a oreja. |
Estoy cansada de no ser suficiente para las personas.
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Patinar era a la vez mi pasión y mi terapia. El hielo era mi vida.
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Ambos éramos unos extraños el uno para el otro. No sabíamos comportarnos de otra manera. No queríamos comportarnos de otra manera. |
Manolito ...