A nadie se le deja de querer por sus defectos, sino porque descubres que no te interesa interpretarlos ni comprenderlos.
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A nadie se le deja de querer por sus defectos, sino porque descubres que no te interesa interpretarlos ni comprenderlos.
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De todas las cosas que puede uno llegar a a hacer solo en la vida, reírse es la más difícil.
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Ser amigo de alguien es desearle que vuele.
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Crecer es comenzar a separarse de los demás.
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Todo en esta vida es pura interrupción, que no se afane tanto en separar las cosas unas de las otras, porque todas bullen al mismo tiempo, por mucho empeño que pongamos en evitarlo, lo banal mezclado con lo grave, lo presente con lo pasado, lo necesario con lo azaroso, y que de entender algo, es solo así como se entiende, aceptando esa misma confusión como pista valedera.
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A veces nos olvidamos de lo bueno que es suspirar. Algo aflora a través del maquillaje del alma. Es una necesidad física de tregua, como bajar el telón para empezar otro acto.
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En este mundo de espejos hecho añicos, La Paz es un lujo efímero.
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todos son cachitos, y los voy uniendo como puedo, pero quedan cachitos para dar y tomar, vivos y coleando, empujándose para entrar en el argumento. Ahí es nada, toda una vida, a la que han afluido y siguen afluyendo muchas más y cada cual cantando su canción, cuántas aguas mezcladas, cuánto poso; y sin salir de casa, cada cajón que abro, cada nube que miro pasar por delante de mi ventana, cada palabra que oigo y cada libro que me pongo a leer estalla en mil añicos donde se espejan nuevos fragmentos de vida: historias despedazadas.
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En este mundo de espejos hecho añicos, la paz es un lujo efímero |
A ella le gustaba inventar palabras y desmontar las que oía por primera vez, hacer combinaciones con las piezas resultantes, separar y poner juntas las que se repetían. Las palabras un poco largas eran como vestidos con corpiño, chaleco y falda, y se le podía poner el chaleco de una a la falda de otra con el mismo corpiño, o al revés, que fuera la falda lo que cambiase. Alternando la “f” y la “g”, por ejemplo, salían diferentes modalidades de paz, de muerte, de santidad y de testimonio: pacificar y apaciguar, mortificar y amortiguar, santificar y santiguar, testificar y atestiguar; era un juego bastante divertido para hacerlo con diccionario. Algunos corpiños como “filo” que quería decir amistad y “logos”, que quería decir palabra, abrigaban mucho y permitían variaciones muy interesantes. Ella un día los puso juntos y resultó un personaje francamente seductor: el filólogo o amigo de las palabras. Lo dibujó en un cuaderno tal como se lo imaginaba, con gafas color malva, un sombrero puntiagudo y en la mano un cazamariposas grande por donde entraban frases en espiral a las que pintó alas. Luego vino a saber que la palabra ‘filólogo’ ya existía, que no la había inventado ella. -Pero da igual, lo que ha hecho usted es entenderla y aplicársela -le dijo don Pedro Larroque, el profesor de Literatura-. No deje nunca el cazamariposas. Es uno de los entretenimientos más sanos: atrapar palabras y jugar con ellas. + Leer más |
¿Quién es el autor/la autora de Episodios Nacionales?