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Las mejores frases de Ronda del Guinardó (2)

Daniel7
Daniel7 11 November 2019
El inspector tropezó consigo mismo en el umbral del sueño y se dijo adiós, pedazo de animal, vete al infierno.
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Rosa44
Rosa44 17 January 2021
𠇎l inspector había bregado contra esa clandestina fiereza del barrio hasta ahogarse en ella. Se dijo una vez más que ya nada le incumbía, que ya no vivía aquí y no valía la pena pararse a distinguir entre una estraperlista y una furcia de tres al cuarto; probablemente era ambas cosas a la vez”.

—No puedo perder una hora. Vivimos de la caridad, señor, ¿es que no lo sabe? —

Y en tono burlón prosiguió—: Hay que llevar dinerito a la Casa, hay que pencar, oiga. ¿Quién me paga a mí esa hora? No querrá usted quitarles el pan a unas huerfanitas desamparadas que tienen que ir por ahí fregando suelos…”.

—"Era un pobre soldado. Lo llevaban en una manta y de cintura para abajo no tenía nada. Pero nada, oiga.

Volvió a ver las piernas abandonadas al otro lado de la vía, en la tranquila postura de un hombre que está reparando algo debajo de un vagón, y todavía hoy se preguntaba por qué las dejaron allí; tal vez porque llovía mucho y por los aviones. «Dijeron que no fue el tren, que fue una bomba», recordó: en ese mismo tren había viajado desde Málaga con las monjitas y otras huérfanas, a los siete años, hasta llegar aquí, «Mi gente ya había muerto, señor, ya estaba sola en el mundo», lloviendo todo el camino hasta Barcelona”.

«Qué espanto. Ahora no lo pueden enterrar en tierra santa, en ningún cementerio. No irá ningún cura y la caja no llevará la cruz, porque es un suicida».

Suicidio…"Dicen que ahora pasa mucho, que hay como una plaga, pero que no sale en los diarios porque está prohibido hablar de eso".

𠇎ntre los hierros retorcidos de la cabina crecían cardos y ortigas. La pertinaz sequía, que duraba ya meses, rajaba la tierra arcillosa y rojos brocados de polvo cubrían rastrojos y desperdicios. Un paisaje podrido que fatigaba la imaginación”.

�zan gatos y palomas 𠅊ñadió—. Los gatos los desuellan y los venden como

conejos. Hay gente que está ciega, ¿no cree?

El inspector se encogió de hombros. Había visto mucha basura en esta vida y a mucha gente que no quería verla”.

“Rosita retrocedió arropándose con la frazada. Se acentuó el arrebol en sus mejillas y el centelleo febril en sus ojos negros, aquel tráfago ponzoñoso de crías de alacranes.

—¡No se acerque! ¡No mire!

El inspector permaneció quieto un buen rato. Percibía el vaho corrupto que exhalaba la tierra, la entraña crapulosa de la primavera. Sujetó a Rosita del brazo y la abofeteó”.

"Y lo mismo debía ocurrirle a ella; nada que no pudiera arreglarse con volver la cara y vomitar, siempre y cuando se tuviera estómago para hacerlo… Consideró entonces la falacia ambulante que representaba la huérfana, la añagaza piadosa de su peregrinaje con la capilla, su solitaria ronda al borde del hambre y la prostitución”.
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