Enigmas para un rey

En esta última entrega Marco, y su equipo, volverán a sentir el aliento de la “sombra” tras ellos. Nos situaremos en el mismo punto final, en el que nos dejó la segunda parte de esta historia.

Todos conocen, o creen conocer, a la “sombra”. Aquel hombre que les puso en jaque, durante el primer libro, por fin tiene un rostro que pueden identificar. Por fin, van un paso por delante de él, o en su defecto, al mismo, ¿realmente será así?

Sentiremos, una vez más, las dudas, impotencia, frustraciones, el dolor y la pérdida, entre otros sentimientos, de cada uno de ellos. Con los que será fácil empatizar en algunos momentos. Pero en otros te darán ganas de chillarles un “espabila” o “abre los ojos”, cuando ves que van como pollos sin cabeza.

Conoceremos a nuevos personajes, los cuales aportan a la historia y no pasan inadvertidos en toda esta trama. Yo, en esta ocasión, destaco al profesor de universidad y mentor de Miriam. Que con sus conjeturas y las del equipo, veremos como avanzan con las pistas. Por que sí, en esta ocasión, tendremos pistas a modo de acertijos, los cuales llevarán de cabeza a todo el mundo, incluso a ti, como lector. Donde intentarás ser uno más dentro de la investigación y podrás jugar, de alguna manera, con el libro, intentando saber si llegas a las mismas conjeturas o no, o si estás más o menos acertado en todos.

Una vez más, encontraremos giros inesperados, donde el descanso, para nuestros protagonistas, es casi inexistente. Seguiremos con el ritmo frenético que ya encontramos en sus anteriores libros, Tablero Mortal y Descenso al Abismo. Y en mi opinión, es un punto positivo, ya que un ritmo más lento, en toda esta historia, no me pega y creo que me sacaría de la lectura con facilidad.

Y el final, menudo cierre, poco os quiero decir, ya que seguro se me escapa algún spoiler. Sólo os diré que es sorprendente y revelador. Conoceremos las motivaciones que llevan a la “sombra” a actuar como lo hace. ¿Has acertado en quien es la sombra?

Por supuesto, os vuelvo a recomendar, encarecidamente, estos libros, creo que merecen una oportunidad. Además, no paséis por alto la banda sonora que nos deja el autor, para ir disfrutando con la lectura, ya que en los tres libros nos deja distintas canciones con las que poder disfrutar de estas lecturas.

Tiempo subjetivo. Con él comienza Enigmas para un rey, recordándonos que vamos a percibir el tiempo de forma peculiar «Marcaba 20:20:15 e iba hacia atrás […] y seguía bajando. Aunque fuera imposible, les parecía que cada vez iba más rápido. La sensación de que el tiempo se les escapaba era asfixiante» Lo que sienten los personajes es la impresión que tiene el lector desde el primer momento. No hay tregua, ni para ellos ni para nosotros. El tiempo va a jugar a su antojo, irá hacia donde le convenga al asesino que unirá hechos anteriores con un futuro premonitorio en el presente más angustioso. Y este llega, para sorpresa de todos, en el Capítulo 6 que anuncia que el tiempo ha corrido, 6 meses después. La tregua para el equipo de Marco Duarte ha llegado a su fin, aunque pronto sabremos que todo comenzó 6 años antes, en Brujas. Está claro, no hay espacios ni tiempo que limiten los actos de esta Bestia, pero Míriam se ha fortalecido, los dragones que recorren su cuerpo le aportarán la fuerza necesaria para cuidar de sus amigos. Antes, sin embargo, todos pasarán por el infierno urdido en una mente psicótica que cree dominar el tiempo, «Como agujas de un reloj suizo, todo el engranaje que desencadenó la historia estaba llegando puntual a marcar la hora señalada».

El narrador anuncia, con prolepsis, situaciones amenazadoras que nos mantienen en vilo «El inspector era la clave […] su mundo, como antes lo conocía, estaba a punto de cambiar para siempre». Ante estos avisos, nuestra inquietud crece de forma exponencial respecto a la desesperación de los personajes, tanto, que dudamos de todo y de todos.

En esta entrega trepidante el inspector Marco Duarte es relevado del caso y está buscado por la propia policía, deberá luchar contra la bestia y contra sus jefes. Míriam Rueda, convertida en una máquina peligrosa, es quien toma el mando, pero cuando impide que Marco sea capturado queda sustituida por el inspector Rojas.

Tres inspectores diferentes que van asistiendo, impotentes, a desgracias que se cobran cada vez más víctimas y al consecuente ridículo social al que se ven abocados. El asesino conoce a la perfección a Marco Duarte, sabe qué pasos va a dar, dónde puede esconderse y con quién va a estar, por eso no le es difícil fabricar pruebas que lo incriminen. Todos dudarán de él, incluso algunos de su propio equipo considerarán imposible tanta casualidad.

Además del inspector Rojas se incorporan al elenco nuevas caras, incluso aparecerá Johan Clauss, un policía belga retirado que afirma haber pasado por lo mismo que Duarte y viene en su ayuda, «…me sentía acorralado, un inepto frente a un enemigo invisible […] terminaron por apartarnos del caso […] El cuerpo del que antes era mi compañero pendía de una soga en el centro del salón […] ese fue el principio de mi fin».

Johan será imprescindible para nuestro protagonista a la hora de la resolución. También el profesor universitario de Míriam la ayudará a resolver los enigmas que, en esta ocasión, el asesino envía a la policía avisando, de forma críptica, sus nuevas actuaciones. La lírica entra en juego por lo que la interpretación metafórica resulta esencial.

Asimismo, J.J., encarcelado desde que en Descenso al abismo, vivió su infierno particular, ayudará desde la cárcel, a encontrar datos relevantes en los acertijos para resolver los casos. Todo un despliegue de personajes en acción, pero divididos. Las sospechas entre ellos se van acrecentando hasta que la unidad se rompe en varias vías de investigación.

Marco juega en Enigmas para un rey a tres bandas. de incógnito, ayuda a Miriam. Por otro lado establece contacto con J.J. y finalmente considera a Johan su nuevo compañero.

El equipo oficial también se divide en el momento en que Rojas no se siente cómodo con Salva y Alejandra, pues no tienen ningún problema en plantarle cara y decirle que se equivoca en su forma de actuar. al rescatar a Felipe para el nuevo equipo, pondrá otro sospechoso más ante el lector y ante sus compañeros.

Javier Marín, en medio de este embrollo de lugares, tiempos y personajes, establece una estructura de presentación alarmante: introduce nuevos personajes, en pasado, que actúan sin embargo en presente; la tensión que provoca es palpable, «Alonso se levantaba a las siete en punto […] La rutina era su forma de vida […] Lara apagó la cuarta alarma de su teléfono móvil […] Tenía veintidós años […] Marga dejó a sus dos niños con los abuelos…». El autor crea un montaje alterno con escenas habituales en las que diferentes personajes se preparan con naturalidad para afrontar un nuevo día, escenas esperanzadoras que se transforman en precursoras del desastre en los lectores. Este relato, de escenas simultáneas ocurridas en diversos espacios premonitorios, queda unido algo después, en un presente narrativo que supondrá una condena para cientos de personas quienes, con ritmo trepidante, van expresando la sorpresa, el enfado, la obsesión, el despiste, el nerviosismo, la ansiedad, la prisa, la furia, el terror, el caos. Todo converge de pronto en un paraíso transformado en infierno «una bola de fuego aproximándose, un espectáculo de luz anaranjada y roja que avanzó hacia quienes estaban allí apelotonados sin poder reaccionar».

Sin ninguna dificultad, el narrador juega y rompe nuevamente la lógica del espacio-tiempo. La característica lineal del lenguaje queda rota mediante la exposición simultánea de tres personas ajenas que llevan a cabo diferentes acciones a la que, en esos momentos, realiza un equipo que se siente derrotado «—Lo sé Mac, pero no podemos quedarnos de brazos cruzados […] “Espero que puedas ayudarnos, Marco”, pensó». Y si esta entrada nos mantiene en vilo a todos, el resultado «Estallido» nos prepara para lo que va a suceder. La información va llegando poco a poco. Javier Marín construye por separado una sucesión de hechos, dando la impresión de que el tiempo ha pasado y el fatal desenlace ha tenido lugar. Sin embargo, los lectores relacionamos mentalmente esas escenas que, aun pareciendo aisladas, son las causantes de que se genere en nosotros una tensión creciente. La duración de la exposición de cada escena es corta, lo que consigue un ritmo in crescendo hasta llegar al clímax del suceso, algo que no olvidaremos con facilidad.

La alternancia de planos permite que las imágenes penetren en la mente del lector con más facilidad; es una técnica cinematográfica, en la que nuestro autor se ha convertido en un experto, que maneja sin dificultad el tiempo discursivo para generar, entre otras sensaciones, la de suspense.

Y con gran incertidumbre vamos a llegar hasta la última página, incertidumbre que se convertirá por momentos en incredulidad, en cambio constante de presunto asesino, del que estamos seguros hasta que una palabra, una imagen, nos hace cambiar de opinión. Las incógnitas se suceden delante de nosotros; leemos hechos que parecen realizados por alguien, y más tarde comprobaremos que el sujeto no es quien habíamos pensado: «a lo lejos, unos prismáticos seguían sus movimientos. Los labios de la persona que los portaba dibujaron una sonrisa. Lo tenía».

Todo se complica de forma exponencial porque todos aparecen como sospechosos. Los lectores también nos sentimos como en un callejón sin salida al no encontrar la razón de tanta maldad. Hasta que Marco Duarte se da cuenta de que nuestro psicópata no respeta los tiempos marcados, algo que el inspector Rojas no quiere admitir, sus ganas de ascender son tan enfermizas que no es consciente de a quién se enfrenta, «allí estaba él para tomar partido y marcarse un punto veinticuatro horas después de haber llegado». Rojas subestima a su contrincante y no hay nada peor que menospreciar a una mente egocéntrica, por lo que quedará en ridículo ante toda la sociedad, aunque cueste nuevas vidas de un equipo cada vez más reducido.

Conforme avanzamos la tensión aumenta; imposible abandonar la lectura porque las escenas simultáneas se agolpan, inacabadas, en un mismo capítulo. Los personajes y acciones se multiplican en una misma unidad de tiempo hasta que alguien nuevamente vuelve a desaparecer, «La velocidad a la que iban y el impacto hizo que cayeran dando vueltas de campana, fuera de la carretera».

Ante la ineptitud del nuevo jefe de operaciones, la envidia de los que toman a otros como rivales y las bajas constantes, los que van quedando conforman su propio equipo para, en paralelo, poder destruir a ese demonio cuyo objetivo es aniquilarlos a todos.

Destruir a la misma envidia. Difícil. La historia y la literatura se han encargado de demostrarlo. Envidia entre quienes parecen estar muy unidos y que no es sino el fruto de mentes perturbadas que quieren sobresalir por encima del resto. En Enigmas para un rey hay una mente que va dejando pistas misteriosas a lo largo de la novela pero, las consideramos tan intrascendentes que no les damos importancia, hasta que la eclosión final nos deja paralizados.

El equipo de Marco Duarte ha quedado bastante reducido en comparación a como lo conocimos en Tablero mortal o en Descenso al abismo. No es obligatorio haber leído esas novelas para entender a la perfección Enigmas para un rey porque con tino, Marín ha ido poniendo al nuevo lector de la saga en antecedentes de lo ocurrido anteriormente. No es obligatorio pero sí recomendable porque la lectura está formada por ratos responsables de que descarguemos adrenalina y, al terminar esta tercera entrega, nos supone cierta catarsis de la que salimos en paz con nosotros mismos.

Esperemos que Javier Marín aproveche a este equipo escogido para que continúe resolviendo enigmas.

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Como ya dije con el segundo libro, la evolución en la forma de escribir y de narrar del autor es brutal y totalmente evidente. Los personajes, los diálogos, las descripciones todo tiene muchísima más consistencia.
En esta parte quiero destacar el súper trabajazo que, a mi modo de ver, han sido los acertijos que propone el “malo” al equipo de policías para poder atraparlo. Son poemas que van dejando pistas sobre los próximos asesinatos. Me han parecido extraordinarios y como digo un trabajo increíble del autor.
El relato de esta entrega está lleno de acción, en todo momento están pasando cosas, no hay descanso, por lo que la lectura tiene un ritmo trepidante y no da tregua.
El final, para mí ha sido inesperado, yo andaba pensado cosas muy diferentes y por eso me ha gustado mucho, ha conseguido sorprenderme

Al haber leído "Descenso al abismo "era inevitable seguir con este.

Si hasta ahora había sido todo muy difícil y duro, resulta que se podía complicar todavía más. Esta va ser una partida decisiva pero también la más difícil para el propio Marco, su propia persona y profesionalidas van a estar en el punto de mira.

También su ya más que mermado equipo va a sufrir más bajas, pero entre quienes quedan no hacen más que sembrar dudas. He desconfiado de todos y de todo.

Con capítulos cortos y un ritmo trepidante, esta novela es el broche de oro a una gran trilogía, que te mantiene en vilo hasta el último capítulo.

Y, como no podía ser de otro modo, el autor me ha vuelto a ganar la partida con todo un jaque mate. Sorprendente
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Vaya cierre de trilogía!!! Con un ritmo rápido y trepidante, y una historia llena de acción, Javier se marca un final apoteósico que no te deja indiferente. Una lectura que te mantiene atrapada y en tensión desde el minuto 1, y que concluye de un forma magistral. Un libro redondo, en el que todo lo sucedido en las anteriores entregas, encaja a la perfección.
No puedo hacer más que recomendar la lectura de esta serie, y seguir de cerca los pasos de Javier.

Cuando el autor y yo contactamos, no había leído novela negra de este tipo hacía meses y la verdad que echaba de menos el género.
Decidí probar con Tablero Mortal que fue una lectura rápida. Como decía mi abuela, estaba bien aprovechada. Después llegó Descenso al abismo donde ya había más crecimiento y complejidad pero sin dejar de lado la sencillez de fondo que recorre toda la trilogía. Y con Enigmas para un rey ha sido la culminación y punto final con el que ningún lector puede quedar decepcionado.

La trama sigue siendo lineal aunque el autor introduce algunos capítulos de flashback necesarios. Hay que cazar a un asesino en serie que utiliza a todo el mundo como si fueran figuritas de un juego de rol, de una partida de cartas o de una jugada de ajedrez.
Y al frente de la investigación, el inspector Marco Duarte con todo su equipo, grupo que por desgracia sufrirá alguna baja en el transcurso de la investigación.

Sé que si lo leéis, cada volumen os va a pedir, o más bien exigir, la lectura del siguiente. El autor sabe jugar con nosotros de manera que coloca en sitios estratégicos los puntos de tensión, ya sea con acertijos, con mensajes para descifrar a contratiempo, con desavenencias entre los miembros del equipo. Focaliza cada personaje para que dudemos de él y nos lleva a creer que son el/la asesin@. En fin, que nos lía como chinos.

Los personajes son geniales y no empatizas con uno sino con varios. En este último volumen tengo un claro favorito, LVCF... Lo siento, no diré nada. Si queréis saber a quién pertenecen estas siglas debéis leer .

El estilo de Javier es mucho más narrativo y cuidado en las escenas de acción, los diálogos más espontáneos y naturales, marcan un carácter muy fluido consiguiendo que veamos en nuestra mente las escenas como si estuvieran filmadas.

Enhorabuena, Javier, por esta trilogía que pienso recomendar a todo el mundo. Y tú, lector, ¿te atreves a echar una partida?

Deciros a estas alturas que Javier ha sido uno de mis grandes descubrimientos de este año no sorprenderá a nadie. Y lo digo a nivel autor pero también a nivel personal, porque es una de las personas más cercanas y agradables que me he encontrado en esta comunidad.

Pero lo importante es hablar del libro porque , cuando creía que esta historia no podía sorprenderme más, llega este tercer libro y me rompe los esquemas. Ya os dije que soy una pésima detective pero creo que ni Poirot usando sus células grises hubiese desenredado esta trama.
He disfrutado mucho con esta lectura, sobre todo, compartiendo hipótesis con mis compis de lectura ( a cada cual más alocada).
A nivel narrativo no tengo nada que decir, Javier sabe controlar los tiempos y el libro tiene el ritmo justo. Los personajes, bueno, me han hecho sufrir un poquito en algunos momentos pero creo que todas las decisiones tomadas a nivel trama están justificadas.
Y poco más puedo decir sin hacer spoiler , solo me queda reiteraros la recomendación de que le deis una oportunidad a esta serie!!!

Tercera parte de la serie Marco Duarte, que empieza justo en el punto en que terminó el anterior libro.

Al igual que en los dos libros anteriores, los capítulos son cortos y llenos de acción y en ellos seguimos a los miembros del equipo de Marco y al asesino.

Algo que tengo que destacar es que me he pasado todo el libro en tensión siguiendo los avances de la investigación, viendo cómo el asesino les proponía nuevos retos y cómo aparecían nuevos cadáveres. Todo el libro mantiene un ritmo trepidante que te hace mantenerte pegado a sus páginas.

En esta entrega por fin sabemos quién es el asesino, y a mí me ha pillado totalmente por sorpresa, y me ha dejado con los ojos cómo platos porque no me lo esperaba para nada. Una resolución perfecta en la que todos los cabos quedan perfectamente explicados.

Marco Duarte y su equipo son personajes a los que les he cogido mucho cariño, he llegado a empatizar con ellos y eso es algo increíble. Deseando saber si los veremos en nuevas aventuras.

Una trilogía muy recomendada para todos los amantes del género, y este libro en concreto se va directo a mis mejores lecturas del año.

Genial. Sencillamente genial. Un gran desenlace para la batalla, para esa magistral partida de ajedrez entre Marco Duarte y La Sombra, ese duelo de titanes en el que se ven numerosas personas implicada, incluyendo, por supuesto al lector. En pocas palabras, ¡me ha encantado! Es genial, me ha gustado mucho la forma en que se iba desenvolviendo la historia, los numerosos acertijos y ese desenlace final en el que descubrimos la sorprendente identidad de la Sombra, un giro de tuerca espectacular por parte del autor. Además, me ha enganchado, lo he devorado en pocos días, de hecho, habría tardado menos aún en leerlo de no ser porque tenía que cumplir las metas del club. Me quedo con ganas de saber algo más sobre Marco y su equipo y, sobre todo, de leer algo más de este gran autor.
9/10.

¡La última novela de la serie de Marco Duarte! O no?

Escribir thriller es difícil, que los lectores no te pillen al asesino, que no acierten los acertijos y que la acción no decaiga en ningún momento. Pues Javier Marín lo ha conseguido, normal que se llevara el ICUE a la mejor novela negra.

Breve sinopsis:

El final de Descenso al abismo nos dejaba con una trama abierta y mucha intriga. Marco y su equipo se enfrentan de nuevo a La sombra, el asesino en serie invisible que los tiene a todos buscándole sin tener ni una sola pista sobre él o su paradero. Lo único que tienen es otra partida a medias para lograr seguir salvando vidas.

Mi opinión:

El autor ha sabido cerrar la trilogía de una manera brillante. Sin dejar ningún hecho de la trama sin cerrar, dejándote con la boca abierta al revelar los detalles y manteniendo la acción y la tensión durante toda la lectura. Con muchos sobresaltos inesperados que imagino le habrá costado escribir, pues al final todos los personajes le han acompañado durante toda la trilogía, hemos dicho adiós a algunos de ellos.

La lectura de esta trilogía ha sido adictiva, llena de sobresaltos y sorpresas, y la recomiendo al 100% si ya eres un gran fan del género o si te estás iniciando.