Los optimistas

Con motivo de la celebración del Día Mundial de la Lucha contra el VIH-SIDA (1-dic) me animé a leer este libro de Rebecca Makkai, «Los optimistas».

En él se nos habla de un virus que puso en jaque al mundo y que, en principio, es el núcleo alrededor del que gira lo que se nos cuenta, aunque he sentido que es reflejado en la historia con poca intensidad; sí se habla de él, sí que hay personajes que lo sufren, pero creo que no llega a calar como pensaba que lo haría, de hecho tengo la sensación de que si quitamos este factor, la historia se ve poco alterada.

Como digo, la trama, aunque gira en torno al SIDA, lo que nos cuenta es la vida de un grupo de personas en dos momentos históricos distintos (1985 y 2015) quienes se ven unidos por lazos de sangre, amor y amistad. Aunque el argumento es muy interesante y la prosa fluida, he de reconocer que en algunos momentos se me ha hecho un poco tedioso por centrarse demasiado, siempre desde mi punto de vista, en la vida de los dos personajes principales (la compra de obras de arte por parte de Yale y la búsqueda de su hija por parte de Fiona). Aunque entiendo que esta parte de la historia es importante para entender el contexto, considero que no era necesario explayarse en estos aspectos y quizá me hubiera gustado más que se centrara en las relaciones entre personajes, la enfermedad, la problemática social (que se aborda muy someramente), la discriminación…

Sí que considero que es una narración bien hilada y consistente, nada lacrimógena y sin exceso de dramatismo, que aporta reflexiones interesantes y que da visibilidad a un problema que aún hoy sigue muy vigente, pero debo reconocer que termino con la sensación de que le sobran páginas y le falta intensidad.

Aún así creo que es un libro entretenido y fácil de leer, y además siempre es positivo que existan historias de este tipo que saquen a la palestra los grandes males de nuestro tiempo y nos hagan reflexionar sobre ellos.
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Si hay algo que valoro en un autor es la valentía de afrontar determinados temas. Por este motivo, no puedo no quitarme el sombrero ante la decisión de la autora estadounidense Rebecca Makkai de abordar el tema del SIDA en los EEUU de los años ochenta.

Nico ha muerto, y con él han muerto los tiempos en los que la felicidad inundaba la vida de su grupo de amigos. En ese grupo se encuentra Yale, un homosexual residente en Chicago al que la realidad del SIDA le golpeará con mil puñetazos a cada cual le dejará más dolido y cansado. Yale está viviendo una guerra en la que no hay balas, pero que está marcando el destino de toda una comunidad, que enfermos y cansados tendrán que luchar por sus derechos.

Los optimistas es un libro que aborda una cruenta realidad. Lo hace a dos tiempos. Por un lado, se abordan los años 80 dónde el SIDA es el elemento disruptor de la vida de nuestros personajes. Por otro lado la actualidad, el año 2015, dónde una de las personas que vivió todo ese tormento, se enfrenta ahora a otro tipo de situaciones.

Tengo que recalcar que la novela va ganando peso a lo largo de las páginas. Si que es cierto que fueron muchas páginas en las cuales sentí frialdad y no conseguía transmitirme la emoción necesaria. Y aunque creo que no lo consiguió del todo, si que pasadas las horas, me ha dejado pensando en todos estos personajes que van apareciendo en estas páginas. Desde mi punto de vista, le sobran ciertas partes de la trama que no me produjeron interés y que restaban emoción en mi caso. No obstante, creo entender porque la autora decidió introducirlas, quizá en un intento de dar normalidad a unas vidas que estaban en jaque continuamente.

En definitiva: un libro que gana con el paso del tiempo. Un libro que creo que en retrospectiva mejorará, pero que si que siento que le falta emoción.

A pesar de las pegas que le haya podido encontrar, yo si lo recomiendo, sobre todo si quieres conocer un poco los estragos que el SIDA llegó a causar y sigue causando.

"Fiona se tapó las manos con las mangas. Era muy tentador pensar en los fuegos de sus veinte años como la gran lucha histórica de su vida, algo que ya pasó. Incluso su trabajo en la tienda, el cabildeo y la recaudación de fondos le habían parecido ser fruto de ello. La gente continuaba muriendo, sólo que más lentamente, con un poco más de dignidad. Bueno, al menos en Chicago. Ella consideraba que una de sus grandes fallas morales era que la actual crisis del sida en África, en el fondo, no le afectaba del mismo modo visceral. Eso no impedía que diera dinero a esas organizaciones benéficas, pero le molestaba no sentirlo dentro, no llorar al pensar en ello hasta quedarse dormida. Un millón de personas en el mundo había muerto de sida el año anterior y ella no había derramado una sola lágrima.Un millón de personas! Se había pasado mucho tiempo preguntándose si era racista o si se debía al ancho océano Atlántico que había de por medio. O tal vez porque en África no afectaba especialmente a la comunidad gay, no estaba matando solo a jóvenes hermosos que le recordaban a Nico y sus amigos. Por supuesto, todo altruismo es en parte egoísta. Y quizá ella solo tenía espacio en el corazón, en esta vida, para una gran causa, para ser alcanzada por un solo desastre".Si tenéis que leer algún libro sobre la crisis del sida en los años ochenta y principios de los noventa, que no sea este. Ale, ya lo he dicho. Porque al ser el lector el que pone toda la carga emocional, todos los recuerdos de esa época, me parece injusto darle crédito a la autora. Mi primer NO del año. Ya lo siento.

Este es el libro que pudo ser y no fue, y me apena mucho porque el contexto y la trama, los inicios del sida en la comunidad homosexual del Chicago de los años ochenta, merecen una obra potente. En este caso, el tono con que se presenta a los diferentes personajes y se relatan las situaciones que atraviesan no logra transmitir gravedad alguna. No a mi, al menos.
La novela está estructurada en una narración que simultanea dos épocas diferentes, pero recurre a subtramas que no conectan del todo con la principal, no generan suficiente interés y logran distraer en el proceso de construcción de los personajes.
Los efectos de la amenaza de la enfermedad o de la certeza de su padecimiento se diluyen por la falta de un tono homogéneo, que debería ser sombrío, apesadumbrado,…aunque se deseara plasmar igualmente la falta de consciencia, de información o de temor hacia el sida. Por momentos siento que se pierde el equilibrio entre ingenuidad y gravedad, y se confunden los matices con que deberían abordarse las tramas que se desarrollan. Esa falta de coherencia entre hechos, conductas o actitudes de los personajes y tono de la narración me ha desconectado de una lectura en la que deseaba sumergirme para comprender mejor la experiencia de temer por la propia vida en pleno éxtasis de juventud.
Para interesados en el tema, la serie « It's a sin » de hbo es auténticamente maravillosa.

Finalista del Premio Pulitzer 2019 y de muchos otros galardones, ‘Los optimistas' nos transporta al Chicago de los años 80 en un momento límite: el inicio de la crisis del sida. Conoceremos a un grupo de amigos, sus sueños y aspiraciones, y veremos cómo sus vidas se ven truncadas por la llegada del virus.

Existen muchas novelas y películas sobre el VIH pero casi todas centradas en ciudades como Nueva York o San Francisco. En este caso la autora realiza un brillante y preciso trabajo de documentación para contarnos cómo se vivió la situación en la ciudad de Chicago. Por otro lado, acierta a la hora de alternar capítulos ambientados en los 80 con otros del presente, 30 años después, donde vemos a los protagonistas en la actualidad y cómo han quedado marcados por lo que vivieron y por la pérdida de tantos seres queridos. La prosa de Makkai es directa, nos cuenta una historia realista y evita el dramatismo fácil.

Es una novela dura, pero muy bonita y gratificante. Un canto a la amistad y a la vida, con la muerte muy presente, que emociona y sacude. Mención especial al capítulo '15 de julio de 1986'. Simplemente sublime.