La razón de mi exilio no había sido el asesinato, sino mi falta de astucia.
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La razón de mi exilio no había sido el asesinato, sino mi falta de astucia.
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Después hicieron acto de presencia las lágrimas, y se derramaron, y las constelaciones se pusieron a girar sobre nosotros, y la luna empezó a trazar su fatigoso curso.
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¿Y pretendes ganarle tiempo al destino?
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Entonces júrame otra cosa, prométeme que, pase lo que pase, no abandonarás Troya sin mí.
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No puede matarme. No debe hacerlo. Aquiles acabará con él si lo hace, y él debe vivir siempre, no debe morir jamás, ni siquiera cuando sea viejo, ni siquiera cuando esté tan consumido que la piel se le deslice por los huesos como el arroyo sobre las piedras del fondo
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Mañana. Héctor ha entrado en la ciudad. Mañana, Pelida, mañana podrás matarle. Lo juro. Ahora debes comer y descansar.
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—Apártate de su lado. —Casi he terminado. No se merece yacer en la inmundicia. |
Quirón. «No renuncies a las cosas con tanta facilidad como hiciste una vez».
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—Eres una chiquilla estúpida —dijo Tetis. Cada palabra resonó como la hoja de un hacha, aguda y cortante—. Pobre, vulgar, un simple recurso. No te mereces a mi hijo. O te callas o yo me encargaré de que no hables.
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En los cuentos, los dioses tienen el poder de demorar el curso de la luna a su voluntad para que una noche tenga la duración de varias. Así fue aquella noche, había una lluvia de horas que jamás parecía acabar, y nosotros las bebimos con ansia, sedientos después de todas las semanas que habíamos estado separados.
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¿Qué criaturas mágicas podemos encontrar en Gringotts, el banco de magos?