Los renglones torcidos de Dios

Quizá la verdadera locura no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo ha tomado la inteligente resolución de volverse loca.

La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca.

Mi consciente se negaba a aceptar la evidencia. Pero mi subconsciente lo sabía.

¿Qué es lo que verían, qué es lo que escucharían decir a sus fantasmas?

Los espejos, como muchas personas, tienen respuestas distintas para las mismas preguntas.

La fobia es un pretexto que se ha inventado el organismo para ocultar un terror verdadero, justificado, pero que la mente se empeña en ignorar.

Yo no odio a nadie, pero siento una indecible aversión por los obsesos, por las cabezas cuadradas y por los que aplican la geometría al estudio del alma humana.

Todo era posible en aquel reino de lo absurdo, donde la extravagancia es ley.

Si en la historia del famoso hidalgo manchego fue él quien diezmó y dispersó al que creía ejército enemigo, aquí fue la hora del desquite para la grey lanar. Y si en aquella nunca vista efeméride fue un solo lunático quien desbarató al hato ovejil, aquí se volvieron las tornas y fue la más pacífica y bucólica de las familias balantes quien puso en fuga a más de doscientos orates empavorecidos.

Los locos son como los niños. No puede convencerseles con razones porque, al carecer de razón, son incapaces de razonar.